LOS HERMANOS PELEADORES

01 Marzo 2011
Por Andrés Rojo
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Originalmente publicado en el blog de Andrés Rojo Torrealba
Renovación Nacional y la UDI se encuentran en el punto más bajo de su relación, repitiendo exactamente lo sucedido entre los partidos de la Concertación tras su derrota electoral de hace poco más de un año atrás, por lo que es posible suponer que, al igual que ellos, podrán reponer su vínculo aunque sin alcanzar nunca más el nivel de unidad que les permitió llegar al Gobierno.
En ambos casos se produce una situación curiosa porque se confunde lo que es una alianza netamente política entre partidos que son distintos en su inspiración, sus objetivos y hasta sus conductas, con una relación que se pretende sea casi del nivel de la que hay entre hermanos.
Obviamente, este propósito choca con la realidad porque entre hermanos adultos es natural que existan diferencias y hasta distanciamientos que no son posibles en una relación política que se justifica solo por el afán de conquistar y conservar el poder para llevar adelante programas de gobierno que sólo son parcialmente compartidos por las colectividades.
Este es un defecto poco atendido del modelo político, en el que sistema electoral binominal obliga a hacer durar las alianzas indefinidamente en el tiempo, lo que no ocurre con los modelos parlamentarios o semi-parlamentarios, en los que la mayoría se pierde y se rehace sin dramas y hasta se hace más expedita la rotación en el ejercicio del Gobierno.
Es posible que la dictadura no se haya dado cuenta de esta derivación psico-familiar de su afán por prevenir la excesiva proliferación de partidos que había hasta 1973, pero sin duda el resultado refleja inconscientemente una visión de la forma de hacer política, en que la organización institucional sigue el modelo de la familia.
Lamentablemente, en estos tiempos modernos ni la familia es lo que era ni la política acepta rigideces impuestas. Obligar a dos o cuatro partidos a convivir como hermanos bajo la amenaza de la pérdida de la eficiencia es absurdo y resulta más conveniente considerar la posibilidad de establecer un sistema similar al parlamentario en el que las alianzas puedan armarse y desarmarse con cierta facilidad.
Bajo otras condiciones, las herramientas para presionar y hasta chantajear a los socios de coalición e incluso a las autoridades se verían severamente limitadas y hasta es posible pensar que eso le haría bien al prestigio de la actividad política, del mismo modo que las relaciones entre los hermanos tienden a tomar nuevos cauces cuando no existe la obligatoriedad de la relación.