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James Hamilton: "La Iglesia Católica es una institución peligrosa"

03 Abril 2016

Denunciante contra Arzobispado de Santiago estuvo presente en interrogatorio a cardenal Errázuriz, donde manifestó que en la Iglesia no sabían que abusos sexuales contra menores eran un un delito, y que asumieron que eran solo faltas o errores. Hamilton da su crítica visión a estos conceptos.

Juan Inzunza >
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Hablar con James Hamilton es hablar con una persona que mira a los ojos y que dice lo que piensa, sin disfraces ni adornos.

Es especialmente enfático para advertir que las buenas intenciones y los hechos corren por carriles distintos. “De una vez por todas debemos aprender a transitar por el camino de la verdad. No más eufemismos ni buenas intenciones. La verdad de los hechos es la que única verdad válida para tomar decisiones”, dice.

Conocido como uno de los primeros denunciantes de Fernando Karadima, Hamilton es hoy uno de los tres querellantes -junto a Juan Carlos Cruz y José Andrés Murillo- en el juicio iniciado contra el Arzobispado de Santiago, que busca responsabilidades por eventuales negligencias y encubrimiento en la investigación canónica contra el cura abusador.

Fiel a su estilo directo y frontal, no evade ningún tema. Explica que no le sorprendió en lo más mínimo el desaire que sufrió Juan Carlos Cruz en Roma, cuando le fue cancelada la invitación para exponer en la Comisión Papal contra el Abuso, y advierte que “el Papa habla bonito y mucho, pero en los hechos no hace nada para cambiar la realidad de los abusos. Es un perverso que acomoda la ética y la moral a su pinta”.

También se dio tiempo para analizar la realidad actual de la Iglesia Católica en Chile y profundizar en los escenarios que pudiesen suscitarse luego del fallo que la Justicia debe entregar en su favor o en favor del Arzobispado.

¿Te sorprendió lo que le ocurrió a Juan Carlos Cruz en Roma? Fue invitado a la Comisión Papal para enfrentar abusos y estando ahí le cancelaron la invitación y expulsaron de la instancia a la persona que lo invitó.

"No me sorprendió para nada. El Apóstol Santiago, en el Nuevo Testamento, decía: 'por tus actos demuéstrame tu fe'. En base a esa premisa he ido descubriendo y haciendo un análisis de la vida en base a los hechos y los actos de quienes me rodean, lo que me ha permitido estructurar una nueva realidad libre del engaño y más limpia de las intenciones.

Hoy estamos rodeados de palabras e intenciones maquilladas en todo orden de cosas y es justamente en la Iglesia donde se da por sentado, sin cuestionar, lo que sus jerarcas predican y practican, pero fue terrible para mí descubrir que ni lo que dicen ni lo que hacen es cierto, y que tampoco tienen autoridad moral alguna.

En la Iglesia, los actos están totalmente divorciados del discurso, y es esto lo que transforma a la Iglesia en una institución en descomposición y peligrosa, porque juega con las personas y las confunde.

Por lo tanto, no me sorprendió para nada lo que le ocurrió a Juan Carlos en Roma. El Papa habla bonito y mucho, pero en los hechos no hace nada para cambiar la realidad de los abusos y ésta no iba a ser la primera vez, ya que acomoda la ética y la moral a su pinta."

¿Cómo explicas este “divorcio” entre las palabras y los actos al interior de la Iglesia?

"Lamentablemente creo que ni siquiera se creen lo que predican. Ahora, como institución y en lo que respecta a los temas del cuidado de la salud física y psicológica de sus fieles, hay una total falta de asociación, porque basta con que un sacerdote abuse de un menor para que el modelo eclesiástico fracase por completo. Del momento en que estos hechos se amparan, se protegen, se toleran y no se persiguen los transforma a todos en lo mismo. Abusador, encubridor y testigos mudos son todos lo mismo.

Sin ir más lejos, cuando la cabeza de la institución, que es hoy el Papa Francisco, encubre y protege a personas como Juan Barros (obispo de Osorno) y desprecia a una ciudad completa, faltándoles el respeto a sus laicos, laicas y víctimas chilenas, queda en evidencia que el sistema institucional de la Iglesia Católica está totalmente trastocado y sucio. Quiérase o no, la Iglesia es una institución en descomposición y peligrosa."

¿Qué pasa con los fieles que conociendo todos los antecedentes que ya son públicos, optan por obviar la realidad sin cuestionamiento alguno?

"El fiel que tolera estas cosas y sigue aceptando ciegamente lo que dice su sacerdote o su obispo, pero que en su fuero interno sabe lo que está pasando, tiene algo de responsabilidad también.

Pero, por otro lado, también hay que entender el fenómeno de la negación. Hay personas que nacieron y se criaron en la cultura católica, por lo tanto les resulta terrible renegar de la “madre iglesia”. Es violento y terrible. Para mucha gente es insoportable, y una de las primeras reacciones, buena o mala, es la negación.

Si existe hoy oposición y personas que quieran alzar la voz por una Iglesia sin abusos es bueno que eso se manifieste no en un contexto violento o de revolución, a través de la amplitud de criterio y de levantar la voz de manera educada y responsable, sobre todo a través de las generaciones más jóvenes que han podido crecer con más información a la mano. Son las nuevas generaciones las llamadas a rescatar, quizás, lo positivo que pueden tener las religiones y deshacerse de lo malo. Yo, por mi parte, soy ateo en el contexto religioso. Creo que las religiones le hacen un mal al mundo.

De una vez por todas debemos aprender a transitar por el camino de la verdad. No más eufemismos ni buenas intenciones. La verdad de los hechos es la única verdad válida para tomar decisiones."

El ex arzobispo de Santiago (Errázuriz) es actualmente asesor directo del Papa. Ricardo Ezzati fue nombrado Cardenal; Juan Barros lleva más de un año como obispo de Osorno; hay otros obispos formados por Karadima en pleno ejercicio; todo esto conocido y sabido por el Papa Francisco. ¿Qué se puede esperar de la Iglesia Católica, específicamente en Chile?

"En la Iglesia sufren una mezcla entre sentirse superiores al común de la gente y también de no tomar conciencia de sus crímenes.

Yo estuve presente en el interrogatorio que la justicia le tomó al cardenal Errázuriz en su casa y él le manifestó al juez que en la Iglesia no sabían que los abusos eran un crimen y un delito, porque siempre asumieron que eran solo faltas o errores. Todos estos sacerdotes, curas y obispos que sostienen estos conceptos son, en su mayoría, una tropa de degenerados, porque la dinámica del abuso sexual, de conciencia y de poder está absolutamente instaurada entre ellos.

Además, esto de que el Papa sea como una suerte de Jesucristo en la tierra, con poderes especiales, que desde el punto de vista médico es algo bastante sicopático, da pie para que los jerarcas de la iglesia se sientan en un nivel superior respecto del resto de la sociedad, por lo tanto más les importa protegerse entre ellos, como cofradía, que preocuparse de su feligresía. Esto lo vi y lo viví personalmente durante muchos años.

No hay solución a este problema, porque está en su raíz formativa. Es un problema estructural. Aquí no hay casos aislados de abusos, sino más bien es una situación epidémica. No por nada la ONU declaró a El Vaticano como un Estado que viola los derechos humanos. Si no asumimos que el abuso en la Iglesia es una enfermedad sistémica muy difícilmente vamos a poder ayudar a las personas o advertirlas para que no lo sufran."

Pero la Iglesia sostiene que los abusos son casos aislados y particulares…

"Cuando la Iglesia ofrece esas declaraciones y esas explicaciones, habla desde lo más profundo de lo que es: una institución malvada.

Para quienes conocemos el evangelio de Jesucristo nos es muy difícil imaginar que la Iglesia tenga algo que ver con el amor de Dios y, más difícil aún, creer que el Papa es su representante en la tierra. Menos el Papa Francisco, que es un pelafustán. ¿Qué lo hace distinto a él de mi o del resto de las personas? Nada, salvo el poder que le da la propia feligresía ciega, que no quiere abrir los ojos a la verdad y que prefiere seguir viviendo del discurso, haciendo vista gorda de lo que ocurre en el mundo entero, pagando su 1%, redimiendo sus pecados y recibiendo la comunión sin importar de qué mano venga."

¿Qué lección sacas de todo el proceso vivido personalmente desde que hiciste las primeras denuncias?

"Lo veo como una bomba de tiempo que pusimos en el corazón del sistema. En ese momento yo no tenía mayores conocimientos ni tenía la entereza como persona para haber podido enfrentar, quizás, un proceso en la justicia civil, a pesar de que uno pudiese pensar hoy con los años que hubiese sido mejor ir a tribunales en vez de haber confiado en la justicia canónica. Sí creo que sirvió para que la sociedad volcara su atención a lo que estaba ocurriendo y eso ayudó.

Las denuncias produjeron una serie de hechos que descubrieron muchas cosas que no funcionaban bien. Se generó un conflicto de intereses y de poder entre sacerdotes y jerarcas, lo que de alguna manera produjo un desorden a nivel institucional, en el que se culpaban entre sí, se tiraron la pelota de un lado para otro, dilataron procesos y eso quedó al descubierto y la gente lo sabe."

¿Qué expectativas tienes del juicio que actualmente sostienen contra el Arzobispado de Santiago?

"Ante todo, ya lo hemos ganado, Chile ya sabe. Tengo confianza en la justicia del país, además que creo que independiente del fallo es gratificante saber que el proceso ha permitido que la sociedad chilena se diera cuenta de qué tipo de personajes lideran en Chile la Iglesia Católica y cómo se han reído de todos nosotros. Es más, el propio cardenal Errázuriz reconoció en su declaración que nosotros hemos sufrido daños, asumiendo, de paso, que se nos ha denostado y tratado mal.

Lo de la indemnización es irrelevante en términos del monto. Lo que importa es el hecho, porque desde el momento en que tengan que pagar y reconocer su negligencia, en caso que el fallo fuese favorable a nosotros, significa que la Justicia chilena los hace responsables del daño. La clave del juicio es lograr que la ciudadanía tome conciencia de cómo se comporta la jerarquía eclesiástica y de la negligencia con la que actúa a la hora de enfrentar abusos, porque fallaron en su rol de garantes de los actos de las personas que son totalmente dependientes de la jerarquía."

¿Qué viene después del Juicio? ¿Se cierra el ciclo o se abre otro?

"Hay dos cosas muy importantes. Primero, si el fallo es favorable para nosotros, sería fantástico, porque Ezzati y Errázuriz deberán hacerse responsables de un fallo de la Justicia Chilena, por lo tanto gana el Estado de Chile, ganan los chilenos y chilenas. Eso sería un triunfo para el país, porque sería desprendernos absolutamente del colonialismo ejercido por El Vaticano.

Segundo, esto debe ser una suerte de posta. Debemos pasar la batuta a las generaciones más jóvenes, con un mensaje claro: ¡se puede ganar! Las personas deben saber que si están bien asesorados y tienen la verdad consigo, pueden ganar un juicio y pueden dar a conocer la verdad, tanto para un joven de escasos recursos abusado por un sacerdote, como para la persona con más recursos que haya vivido el mismo calvario. Este juicio tiene que servir para que todas las personas vuelvan a creer en la verdad. La verdad es sana en todo sentido, porque permite construir tu vida desde una realidad tangible y no desde las buenas intenciones."

Ver también: Juan Carlos Cruz: “Hay miles de Karadima en el mundo”

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