Poemas para el Día del Profesor y de la Profesora

Poemas para el Día del Profesor y de la Profesora

16 Octubre 2014
Para celebrar el Día del Profesor o Día del Maestro te dejamos acá algunos poemas para que se lo regales en la sala de clases.
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Hoy se celebra el Día del Profesor o Día del Maestro, por lo que las aulas de escuelas, colegios y liceos serán una fiesta en todo Chile. Esta fecha coincide con la creación del Colegio de Profesores de Chile y fue instaurado originalmente en 1943, como Día del Maestro, que se celebraba el 14 de junio.

En especial este día es un buen momento para recordar algunos poemas para saludar a los profesores y profesoras de todo Chile. Una de las mayores exponentes de la pedagogía y de la poesía en el mundo fue Gabriela Mistral, quien nos regaló hermosos poemas para saludar a nuestros maestro.

La Maestra Rural - Gabriela Mistral

La Maestra era pura. «Los suaves hortelanos», decía, 
«de este predio, que es predio de Jesús, 
han de conservar puros los ojos y las manos, 
guardar claros sus óleos, para dar clara luz».

La Maestra era pobre. Su reino no es humano. 
(Así en el doloroso sembrador de Israel.) 
Vestía sayas pardas, no enjoyaba su mano 
¡y era todo su espíritu un inmenso joyel!

La Maestra era alegre. ¡Pobre mujer herida! 
Su sonrisa fue un modo de llorar con bondad. 
Por sobre la sandalia rota y enrojecida, 
tal sonrisa, la insigne flor de su santidad.

¡Dulce ser! En su río de mieles, caudaloso, 
largamente abrevaba sus tigres el dolor! 
Los hierros que le abrieron el pecho generoso 
¡más anchas le dejaron las cuencas del amor!

¡Oh, labriego, cuyo hijo de su labio aprendía 
el himno y la plegaria, nunca viste el fulgor 
del lucero cautivo que en sus carnes ardía: 
pasaste sin besar su corazón en flor!

Campesina, ¿recuerdas que alguna vez prendiste 
su nombre a un comentario brutal o baladí? 
Cien veces la miraste, ninguna vez la viste 
¡y en el solar de tu hijo, de ella hay más que de ti!

Pasó por él su fina, su delicada esteva, 
abriendo surcos donde alojar perfección. 
La albada de virtudes de que lento se nieva 
es suya. Campesina, ¿no le pides perdón?

Daba sombra por una selva su encina hendida 
el día en que la muerte la convidó a partir. 
Pensando en que su madre la esperaba dormida, 
a La de Ojos Profundos se dio sin resistir.

Y en su Dios se ha dormido, como un cojín de luna; 
almohada de sus sienes, una constelación; 
canta el Padre para ella sus canciones de cuna 
¡y la paz llueve largo sobre su corazón!

Como un henchido vaso, traía el alma hecha 
para volcar aljófares sobre la humanidad; 
y era su vida humana la dilatada brecha 
que suele abrirse el Padre para echar claridad.

Por eso aún el polvo de sus huesos sustenta 
púrpura de rosales de violento llamear. 
¡Y el cuidador de tumbas, como aroma, me cuenta, las 
plantas del que huella sus huesos, al pasar!

 

La oración de la maestra - Gabriela Mistral

¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra. 

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes. 

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto. Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren. No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé. 

Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios no canten más. 

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él. 

Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos. 

Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida. 

¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado. Cuando mi doctrina sea más casta y más quemante mi verdad, me quedaré sin los mundanos; pero Tú me oprimirás entonces contra tu corazón, el que supo harto de soledad y desamparo. Yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones. 

Dame sencillez y dame profundidad; líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana. 

Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela. Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora. 

Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia. ¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido amando! 

Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos. Le envuelva la llamarada de mi entusiasmo su atrio pobre, su sala desnuda. Mi corazón le sea más columna y mi buena voluntad más horas que las columnas y el oro de las escuelas ricas. 

Y, por fin, recuérdame desde la palidez del lienzo de Velázquez, que enseñar y amar intensamente sobre la Tierra es llegar al último día con el lanzazo de Longinos en el costado ardiente de amor.

¡Gracias Maestro! - Arjona Delia 

Agradezco a mi maestro,

por sus sabios consejos,

me enseño la libertad,

de tener conocimiento.

Me brindo la confianza,

fue como agua en el desierto,

a mi sed de aprendizaje

a él siempre le agradezco.

Siempre repetía y repetía,

para que firme quede dentro,

su constancia y su aliento,

reforzaron mi intelecto.

¡Muy feliz día a los maestros!

¡Hombres que luchan a diario!

Pelean con la ignorancia,

enseñando abecedarios.

 

Maestros - Evelia Calva Ramírez

Gracias maestros, por hacer de mi estancia en la escuela

No sólo un lugar de exámenes o  tareas

Sino un hogar  que me cobija y mi éxito anhela

Enseñando  a sopesar las mareas.

Sabes llenar los  días,  lo mismo de amor que de exigencias

Con tu dedicación y entrega,  orientas  mis inquietudes

Paciente comprendes  cada  locura  y das sosiego a mis ansias

Eres  cómplice en mis juegos, travesuras y vicisitudes.

A ti, que  consagraste tu vida a la mía,

A ti, que me diste tu mano, para subir un peldaño,

A ti, que distribuyes tu  tiempo  para ser mi guía,

A ti, que te esmeras toda tu vida y no sólo  un año.

Gracias maestros, por  demostrarme en cada momento su vocación,

por sembrar en sus pupilos, firmes ideales,  nunca de ocasión,

por enseñarme que una profesión se estudia por convicción.