Opinión: "Los padres también se atreven a emprender"

Opinión: "Los padres también se atreven a emprender"

18 Junio 2015

Ser sus propios jefes, manejar su tiempo, mejorar sus expectativas salariales y pasar más tiempo con sus familias, son algunas de las motivaciones que tienen los emprendedores de Fondo Esperanza para crear su propio negocio.

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Chile es una de las naciones de Sudamérica, donde cada vez más personas se están atreviendo a generar sus propios proyectos. De hecho, según el Reporte Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2014, de la Universidad del Desarrollo, que evalúa los índices de emprendimiento en el mundo, señala que en nuestro país, la población entre 18 y 64 años incrementó su actividad emprendedora a un 26,8% el 2014.

De estos, un porcentaje mayoritario corresponde a hombres que dejan sus trabajos formales para mejorar sus ingresos, obtener mayor independencia y mejorar la calidad de vida de su entorno y familia. Esa es la realidad que se encuentran en cientos de historias de padres que decidieron emprender con el apoyo de Fondo Esperanza (FE).

Tal es el caso de Daniel Perán, microempresario de la región de Los Lagos, que tiene un negocio de elaboración de artesanías en madera. Él ha sido como un padre para sus empleadas a quienes les ha traspasado sus conocimientos. “He cumplido gran parte de mis metas: dar empleo, principalmente a mujeres, y enseñar lo que hago. Contraté a personas que no sabían nada de este rubro y han aprendido”, afirma.

En cuanto a su vida familiar, este artesano dice que sus tres hijas son su mundo y su motor para seguir perseverando. Si bien trabaja alrededor de 16 horas al día, siempre se da un minuto para compartir con ellas.

De la misma forma, Andrés Huenequeo, un esforzado comerciante  de la comuna de Pudahuel que fabrica ollas y moldes de aluminio, ve que este oficio es su gran herramienta para darle a su hijo lo que él no pudo terminar: una buena educación formal. “Él lo es todo, es mi mejor amigo y es la persona que más amo. Soy muy afortunado porque con mi señora trabajamos duro para que tenga sus estudios, porque eso lo ayudará a tener más oportunidades, no como yo que no terminé y me costó salir adelante”.

Según Andrés, uno de los grandes beneficios de ser un emprendedor es que es su propio jefe, y eso, le ha permitido no sólo tener remuneraciones más altas, sino que también compartir más tiempo con su familia, e incluso, viajar con ellos por todo Chile vendiendo sus productos.

En Ovalle vive Emilio Balcarce, otro padre microempresario que pudo superar una crisis y continuar  siendo el principal sostenedor  de su familia. Es administrador público de profesión, pero las vueltas de la vida hicieron que cambiara su rumbo laboral para transformarse en vendedor de quesos, charqui y productos típicos de la zona norte. “Soy comerciante de forma accidental. Mis tres hijos iban a comenzar la universidad y debía ahorrar para pagarles la carrera. Cuando me faltó trabajo en lo que estudié, tuve que buscar una solución para sustentar mi hogar y la educación de ellos”, explica el emprendedor.

Emocionado dice que sus hijos están preparados para dedicarse a lo que cada uno estudió, pero que el negocio siempre estará para ellos como una segunda alternativa de realización económica.

Sin importar la zona geográfica de la que provengan, los más de 100 mil emprendedores de Fondo Esperanza son un ejemplo de éxito y superación. A través de estas historias, ellos confirman que poseer un trabajo convencional no es la única forma de cumplir con sus objetivos sino que también existe este nuevo giro: la creación de negocios y la independencia laboral. Unos logros que, junto a la  fe y esperanza, se posicionan como una nueva alternativa para sostener la familia y cumplir sus sueños.