Regionalización y Descentralización: El Desafío supremo de Michelle Bachelet

Regionalización y Descentralización: El Desafío supremo de Michelle Bachelet

16 Marzo 2014

Cuando se vive en regiones, se siente en carne propia el yugo del centralismo y la inequidad, en la forma en como se toman las decisiones y explican la zozobra que desde siempre han tenido que soportar ante la intransigencia con que se las ha administrado desde Moneda.

Andrés Gillmore... >
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El gran desafío que tenemos como sociedad en este nuevo proceso político, sin duda alguna, será revertir la desigualdad existente en todo orden de cosas. Lo reconoció así en su primer discurso al llegar a la Moneda el martes recién pasado la Presidenta Michelle Bachelet. Para lograr ese tan ansiado objetivo, es indudable que el único camino posible pasa necesariamente por desarrollar una estrategia para lograr una regionalización efectiva y poder descentralizar la toma de decisiones con que se gobierna en la actualidad las regiones.Reconociendo que las regiones son estructuras independientes, con vida propia y capaz de manejarse con autonomía, aportando así al desarrollo nacional desde lo propio.

Cuando se vive en regiones, se siente en carne propia el yugo del centralismo y la inequidad,en la forma en como se toman las decisiones y explican la zozobra que desde siempre han tenido que soportar ante la intransigencia con que se las ha administrado y que desde Moneda se tomen las decisiones de su futuro, sin pasar necesariamente por un análisis de las necesidades propias. En la actualidad la exigencia de una ciudadanía regional que ha entendido su rol y sobre todo su valor como comunidad, como parte importante del Chile de todos, ha producido profundos cambios en la conciencia colectiva, de como debemos desarrollar las estrategias y los modelos de desarrollo.

En la actualidad los gobiernos regionales carecen de autodeterminación propia; los Intendentes se transformaron en simples buzones sin poder alguna de decisión, con ninguna capacidad de proponer o de actuar de acuerdo con la realidad territorial que representan. Esta forma de gobernar ha generado un enorme descontento y una tremenda desigualdad social y lo que es peor, creando regiones de primera, segunda y hasta de tercera categoría, de un formato que hoy no podemos aceptar y menos perpetuar si queremos de verdad ser más.

Precisamente esta fue la gran falencia del gobierno de Sebastián Piñera que al final les pasó la cuenta, al no saber entender y menos comprender, la importancia de descentralizar y regionalizar adecuadamente. Que regionalizar era el proceso natural de continuación de lo esperable ante la esperada renovación prometida en los innumerables discursos de campaña, en una ciudadanía que luego de tener que soportar una administración concertacionista, que centralizo todo el poder por más de 20 años; haber coartado de esa forma la continuación de lo esperable y no haber trabajado por una regionalización efectiva, dividió al país y creo un descontento que surgió espontáneamente al no haber realizado la tarea como corresponde y que incluso los dividió a ellos mismos.

La forma de gobernar las regiones debe cambiar, si queremos avanzar en este nuevo proceso político de transición de gran trascendencia y determinación, que ha generado una expectativa nunca antes vista en nuestra sociedad, esperanzada frontalmente con el cambio que debe de venir y que debe cumplir con las exigencias impuestas, en un proceso natural y esperable en una sociedad madurada y con claridad en sus objetivos. Las regiones no pueden volver a salir a las calles, para lograr que los gobiernos cumplan con sus obligaciones. Es más, no podemos continuar siendo gobernados por gobiernos que son elegidos con mayoría, pero que finalmente gobiernan con minorías, se hace intolerable y fuera de propósito a esta altura de los acontecimientos.

Cuando analizamos los petitorios de los movimientos sociales, todos tienen un denominador común, surgieron en regiones extremas y por sentirse menospreciados, no buscaban lo imposible, si las condiciones mínimas para un buen vivir. El gran avance actual, es que los petitorios se transformaron en reivindicaciones de estado y en estrategias de desarrollo y no solo como un petitorio de un grupo de inadaptados o de grupos de presión como se les denominaba en el pasado. Se hace urgente crear estrategia de desarrollo a nivel nacional, independientes para cada región que vayan de acuerdo con sus propias potencialidades y con su propia identidad cultural, social y económica, siendo creativos y participativos, trabajando por un ordenamiento territorial, transparente y representativo, proyectando planes de desarrollo regionales sustentables, ordenando la inversión y los objetivos territoriales. Los modelos deben ser eficientes y ordenados, proyectando armonía y sustentabilidad social y ambiental.

El problema inherente en toda política de descentralización que enfrenta en sus comienzos y se ve expuesta y es el trasfondo de la gran problemática a superar, es tener la capacidad de crear los debidos procesos de participación adaptados a la realidad de las comunidades. La descompensación entre la realidad del centralismo y la realidad regional, sobre actuado por intereses económicos y monopólicos del empresariado tanto extranjero como nacional, acostumbrado a usufructuar del poder de decisión sobre las riquezas naturales de las regiones debe cambiar sustancialmente. La impronta empresarial desde un punto de vista regional debe cumplir con planificaciones pre-determinadas, con reglamentos claros y precisos, de acuerdo con un plan de desarrollo regional propio y no externo.

En los últimos tres años a lo menos, hemos tenido la capacidad de reconocer en las regiones, que el capital humano es el valor más determinante con que puede contar una región para proyectarse y desarrollarse adecuadamente. Bajo ese supuesto de gran trascendencia social, debemos tener la capacidad de lograr las diferentes instancias que permitan crear el conjunto de los diversos conocimientos y habilidades propias adquiridas en cada región, con un modelo que vaya de acuerdo con sus propias características de capacitación especifica, para realizar labores productivas, con distintos grados de complejidad y de especialización, respetando la identidad propia de cada región.