Respuesta a Eduardo Engel: Discutamos en serio sobre competencia en el sector financiero

07 Marzo 2012
Marco Enríquez-... >
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En su columna habitual del sábado en La Tercera, Eduardo Engel ha criticado la propuesta de la Fundación Progresa de crear un mecanismo que devuelva intereses por primas de riesgo excesivo a personas jóvenes cuyo historial de crédito no corresponde a la prima de riesgo cobrado.

Sin tomar en cuenta el resto de las medidas propuestas y que se encuentran en la misma página web desde donde se promueve la campaña de devolución de intereses, y que entre otras incluye propuestas institucionales y sin, además, preguntarse sobre los mecanismos que se podrían utilizar para concretar la medida, la descalifica catalogándola de medida basada en una “motivación loable pero mal pensada” pues “en general, las primas de los mercados de seguros reflejan los riesgos asociados a cada asegurado … la tasa más alta que los bancos cobran a los más jóvenes y pobres reflejan, al menos en parte, que los créditos son más costosos para estos segmentos … (de aprobarse esta medida) no habrá recursos para compensar los créditos impagos y no habrá bancos o casas comerciales interesadas en prestarles”. Más adelante señala “existe la posibilidad de que los bancos y casa comerciales estén cobrando un premio por riesgo excesivo a los sectores más jóvenes y de menores ingresos. Para determinar si es así, se requiere (crear) un ente regulador del sector financiero, dedicado a velar por la competencia es este sector”.

Engel señala sin más que “las primas de seguro reflejan los riesgos asociados a cada asegurado” olvidando los rasgos poco competitivos del sector, la indefensión del consumidor, el poder de mercado de que disfrutan tanto la banca como las grandes cadenas del retail cuyos beneficios provienen, crecientemente, de sus actividades financieras. Lamentablemente las primas reflejan más estas condiciones de mercado que los riesgos de cada asegurado. Es justamente esta situación lo que lleva a Engel a introducir las palabras “en general” en el texto citado. Pero lo cierto es que en un mercado realmente competitivo, las tasas cobradas debiesen ser menores a las aplicadas actualmente. En ese sentido, el ejemplo que presenta el columnista resulta inconducente.

Pero vamos a los problemas de fondo. Engel una vez más apuesta a la competencia como solución a los problemas de abuso. Parece olvidar que desde hace 22 años la política económica de la Concertación primero y ahora de la Alianza, viene apostando a esta misma medicina como remedio de todos los males. Se han tomado medidas para aumentar la competencia en el sector financiero, en las AFP, en las ISAPRES, en el sector eléctrico y los resultados han sido muy precarios. En cada una de las industrias mencionadas (sólo como ejemplo, pues ello ocurre en la mayoría de las actividades económicas del país) dos o tres empresas controlan sobre el 70% de los respectivos mercados y sus rentabilidades superan con creces las rentabilidades promedio. A modo de ejemplo, las utilidades de la banca chilena alcanzaron en 2010 los USD 3.400 millones, y en 2011 los USD 3.300 millones, en circunstancia que el programa de reconstrucción cuesta USD 2.800 millones. Estas utilidades responden en gran parte a los intereses cobrados por créditos, seguros, sobregiros, etc. Lo anterior con una tasa máxima convencional que puede variar de un 11% hasta un 51%, para un mismo producto, según la capacidad de negociación del consumidor, entre otros.

Por lo tanto, la propuesta de Fundación Progresa busca corregir y regular los abusos que se cometen en materia de clasificación de riesgo. Si una persona ha sido clasificada en una categoría de riesgo equivocada, pagando una sobre prima por riesgo en su tasa de interés; y dicha persona paga su crédito completamente en tiempo y forma acordada, corresponde que la institución que otorga el crédito devuelva los intereses adicionales cobrados, producto del error en la clasificación de riesgo. Bien debiese saber el profesor Engel, que mecanismos con similares características ya son utilizados en Chile y en el mundo en algunos tipos de seguros, los de vida por ejemplo.

Si al profesor Engel le preocupan las utilidades del negocio bancario, le aclaramos que en todo momento estamos hablando de la “sobre tasa” de riesgo, se entiende que la utilidad del negocio está dada por la tasa de riesgo que cobra, y por tanto, esta “sobre tasa” solo genera una sobre ganancia, que queda en evidencia en las ganancias que describimos anteriormente. Por cierto, también se debe recordar que en todo momento la entidad financiera está generando recursos con esta “sobre-tasa”, la que en ningún caso queda guardada bajo el colchón, si es que de las utilidades del negocio financiero es la preocupación,

Al profesor Engel, también le preocupa el acceso al crédito de jóvenes y sectores pobres. Pues bien, interesante debate como sociedad debiésemos dar con el endeudamiento de aquellos que no acreditan ingresos. Sí, a nosotros nos preocupa que casas comerciales y bancos invadan los centros de estudios, y nuestros jóvenes egresen con deudas sin siquiera haber generado ingresos. Sí, a nosotros nos preocupa que sectores pobres, sin ingresos, reciban tarjetas de casas comerciales con cupos que evidentemente serán ocupados, y que difícilmente podrán ser cancelados a tiempo, incrementando exponencialmente las deudas. La heterodoxia económica que argumenta la “racionalidad del agente económico”, nos parece del todo discutible cuando al frente hay carencias económicas. Al parecer, a diferencia del profesor Engel, a nuestro juicio no es el sistema financiero el que debe suplir la falta de ingresos de los sectores más pobres, sino la política social del Estado.

A su vez, contrasta con lo taxativo de su crítica y de su propuesta, con expresiones como que “existe la posibilidad” de que se cobre un premio por riesgo excesivo o que las mayores tasas cobradas a los jóvenes “reflejan, al menos en parte” mayores costos. Hasta el ex – presidente del Banco Central sostuvo que no entendía la razón de que las casas comerciales cobraran intereses tan altos. Sin embargo, lo que más llama la atención es la propuesta de crear “un ente regulador del sector financiero, dedicado a velar por la competencia en este sector” para determinar si se está cobrando primas excesivas a jóvenes. Sin duda sería más eficiente, más económico y más rápido que el Congreso contratara un estudio con especialistas independientes de la banca que hicieran un estudio al respecto. Más aún, se debería aprovechar la oportunidad, de preparar un informe comprensivo sobre el sector financiero, que estudie a fondo el crédito de consumo tanto de la banca como del sector comercial, que analice el mercado de tarjetas de pagos incorporando una perspectiva comparativa en relación con el costo de la tasa de intercambio y el costo del endeudamiento por tarjeta de crédito y que profundice en el estudio de la competencia existente entre la banca y entre las casas comerciales que tienen asociado el giro financiero.

Al finalizar Engel deja escapar una crítica dura a la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, señalando que “ha sido demasiado cercana al sector que debe regular”. No se pregunta sin embargo Engel porque ello sucede y porque no sucedería con la nueva instancia. El problema de la captura de los organismos reguladores y de muchos políticos tiene mucho que ver con esta situación. 

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