Ezzati asegura que Benedicto XVI “siempre condenó y sancionó los abusos”

12 Febrero 2013

El presidente de la Conferencia Episcopal aseguró que el Sumo Pontífice, "pese a lo que se pueda pensar, fue muy abierto a la cultura contemporánea". Además, dijo que "ya tenía certeza de que esto ocurriría".

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Justo antes de dar inicio a la misa que anualmente realiza la Iglesia Católica en honor a la Virgen de Lourdes, el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, se refirió a la renuncia del Papa Benedicto XVI y recalcó que si bien la noticia lo tomó de sorpresa, “ya tenía certeza de que esto ocurriría”. Esto, a raíz de la última visita que hizo al Vaticano en enero pasado.

Respecto de la salud del Sumo Pontífice, Ezzati expresó: “Lo vi muy cansado por su edad y por el peso que significa llevar a la Iglesia adelante, así que muy agradecido por su ministerio, en los ocho años que ha sido pontífice de la Iglesia Católica nos ha regalado una sabiduría muy grande, expresada fundamentalmente en las tres grandes encíclicas que ha dejado, que está llamada a responder justamente a los desafíos de este tiempo moderno”

En la actividad, Ezzati señaló que “Benedicto XVI, pese a lo que se pueda pensar, fue un Papa muy abierto a la cultura contemporánea” y que su retiro se ajusta al código de la institución.

Respecto de la incidencia que pudo haber tenido el conmocionado año 2012, en materia de abusos y delitos cometidos por sacerdotes o integrantes de la Iglesia Católica, en sus condiciones de salud y por tanto su renuncia, Ezzati sostuvo que “nada de eso tuvo que ver. Por el contrario, Benedicto XIV siempre condenó y sancionó los abusos”.

Al respecto, el religioso aclaró que “si hay alguien que ha sido muy valiente y que ha indicado camino muy claro a la Iglesia, es justamente el papa Benedicto XVI. La historia es historia, y tenemos que mirar el presente y también el futuro.”

El arzobispo Ezzati acudió a la misa de conmemoración de la Virgen de Lourdes, actividad en la que realizó las declaraciones y recalcó que la renuncia del Papa plantea nuevos desafíos para la Iglesia Católica, tanto en la búsqueda de un reemplazante como en la resolución de nuevos y eventuales conflictos al interior del Vaticano.