A través de la historia de sacrificio y tesón de este admirable padre, el Servicio de Cooperación técnica se hace partícipe de la celebración.
Nelson Bahamonde es un hombre de mar, y como todo pescador su vida se ha construido a punta de sacrificio y dedicación. Hace 40 años Nelson se encontraba en Chiloé, su ciudad natal. En ese entonces su condición económica era precaria, y a pesar de saber los sacrificios que significaría el viaje, debió tomar la decisión de partir hacia a tierras lejanas y desconocidas, junto sus dos hijos y su esposa.
Llegó a Bahía Chilota, Porvenir, y las circunstancias no cambiaron mucho. Cada día muy temprano Nelson salía a la mar a pescar a pulso, con puro gancho, intentando hacerse de unas monedas para mantener a su familia, que con los años seguía creciendo. Fueron ocho largos años de extremo sacrificio, pero el tesón y la motivación por cumplir con su rol de esposo y padre fueron más fuertes.
Nelson reconoce que la familia ha sido un pilar fundamental en su existencia, y la unidad que los caracteriza le dieron la fuerza para salir adelante a pesar de las vicisitudes de esos años. “Recuerdo que antes que tuviéramos la chalupa compramos un autito viejo y nos íbamos con mi señora a unos 200 km al sur, desde donde traíamos unos choros, luego nos reuníamos con los hijos a compartir la jornada”
Recompensa del esfuerzo
Transcurrido el tiempo su hijo mayor Danilo comenzó a aprender el oficio y lo acompañaba en las salidas. “Mi padre es muy importante para nosotros, para mí es mi compañero, mi amigo, desde siempre hemos estamos pendientes el uno del otro, cuidándonos”, comenta su hijo.
Este hombre de mar logró comprarse su chalupa, luego un motor y más tarde una pequeña lancha. Con recursos adquiridos de un Capital Semilla de Sercotec, mejoró el equipamiento de su embarcación y las condiciones de trabajo.
Con sólo cuarto año básico este admirable hombre sacó adelante a su familia y también a su pequeña empresa, de la que hoy se encarga su hijo Danilo. Les dio educación a sus seis hijos y hoy cuenta con orgullo que cada uno construyó su hogar y, sobre todo y muy importante para él, adquirieron su casa propia.
Hoy en día aún participa de la empresa con su hijo y a veces recoge luche junto a su esposa. Nelson está a punto de cumplir 72 años de edad y 50 de matrimonio, tiene diez nietos y también bisnietos, una vida de sacrificios y bienaventuranzas. Sus hijos hoy le pueden decir con suficiente argumento, gracias papá.
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