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Pandemia y emociones: ¿Cómo nos afecta el estrés en cuarentena?

24 Julio 2020

A punto de cumplir los cuatro meses en cuarentena en algunas ciudades de nuestro país y de seguro has tenido que lidiar con el estrés que nos ha generado tanto la crisis sanitaria que estamos pasando como el hecho de mantenernos en confinamiento preventivo.

Humberto Almonacid >
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Hay varios estudios que demuestran que cada año se pierden millones de dólares debido a que las personas no son capaces de gestionar el estrés que producen sus actividades cotidianas y con la situación que estamos viviendo, considero que irá en aumento, sin contar con el paulatino retorno a la normalidad, que traerá nuevos desafíos, por eso, hoy quise traer está información sobre el estrés y que podrá ayudarte a entenderlo mejor y así mitigar su impacto negativo.

Existen dos posibilidades para activar el mecanismo de estrés, por un lado el miedo y por otro lado la ansiedad. ¿En qué se diferencian?, en el tipo de estímulo que los genera. El miedo es la respuesta a un estímulo externo real, en cambio la ansiedad es la respuesta a un supuesto estímulo externo que vive solamente en nuestra mente. Nuestro sistema de respuesta ante el estrés, está diseñado para actuar por un período de tiempo limitado, se liberan los neurotransmisores que dan la orden a nuestras glándulas suprarrenales de generar las hormonas correspondientes, preparando nuestro cuerpo para hacer frente a aquello que nos ha sacado de nuestro equilibrio. Una vez que el estímulo o amenaza desaparece, nuestro cuerpo lentamente comienza a regresar a su estado normal, esto puede tomar entre 20 a 30 minutos, pero de igual forma es necesario eliminar el cortisol residual que queda en nuestro organismo y que puede generar enfermedades por su efecto acumulativo. 

Si lo vemos en perspectiva, podemos ver que este sistema aún funciona en su forma más primitiva que invita a movernos y de esta forma eliminar cortisol a través del sudor. Para nuestros ancestros era fácil, ya que no contaban con tantas comodidades y la única forma de sobrevivir era correr, pero la tarea se hace muy difícil hoy en día, ya que la vida moderna nos hace temerle a estímulos creados por nosotros mismos, sumando a el hecho de que vivimos una vida muy sedentaria, casi nula de movimiento, algo que debería empeorar con los años y el desarrollo de la tecnología.

Debido a lo anteriormente descrito es bueno hacer cualquier tipo de ejercicio, quizás no tan exigente, pero que nos permita eliminar el cortisol residual de nuestro organismo por medio del sudor. Imagina lo difícil que es hacer esto en el actual proceso de confinamiento que estamos viviendo, generando mucha ansiedad y sin la posibilidad de movernos, en teoría, ya que si nos hacemos cargo, podríamos entrenar incluso en un metro cuadrado, eso me recuerda un libro de Alejandro Dumas que leí hace unos años llamado “El Conde de Montecristo”, en el que se relata la historia de Edmond Dantés, que durante sus 14 años de cautiverio en el castillo de If, desarrolló un plan para vengarse de sus enemigos, se preparó y transformó, con la ya conocida frase: “El conocimiento te libera”, siendo esta mi intención de compartir contigo esta información, no de que busques venganza de tus enemigos, sino de ayudarte a ver el estrés de otra forma, sabiendo que puedes hacer mucho para librarte de sus efectos perjudiciales.

Por otro lado, te puedo contar en general que el estrés ha ayudado al ser humano durante toda su existencia a detectar peligros y disparar nuestro mecanismo de defensa para protegernos. El elemento principal que se encarga de hacer esto se llama amígdala cerebral que se encuentra específicamente en el centro de nuestro cerebro en una zona llamada sistema límbico y funciona como un termómetro emocional, evaluando el impacto de los estímulos externos que recibimos a diario. Cada vez que nos vemos enfrentados a una situación particular, la amígdala compara con una base emocional que depende de cada persona y en caso de ser necesario, dispara un set de neurotransmisores y hormonas, como la adrenalina, noradrenalina y el ya mencionado cortisol que son quienes preparan al cuerpo para paralizarse, atacar o huir. Seguro que has podido sentirlas en tu cuerpo cuando te preparas para hacer algo excitante como saltar en paracaídas, participar en una competencia deportiva, emprender algo nuevo o desconocido y también, cuando sientes algún peligro cerca, como cuando te ladra un perro, oyes ruidos en el primer piso de tu casa o cruzas la calle de madera arriesgada y sientes venir los autos a gran velocidad.

Existe otro escenario del estrés y se manifiesta cuando estás cansado, tienes mucho trabajo o sientes que no puedes lidiar con una situación en particular. Es aquí donde el mecanismo comienza a dispararse ante cualquier estímulo que tu mente pueda reconocer como una agresión o ataque, ya que con el agotamiento físico y mental, la vía superior o neocortex, que es la parte racional de nuestro cerebro, baja la guardia, dejando espacio para que la vía inferior o parte emocional (amígdala cerebral), haga de las suyas. Es por lo mismo que a veces, cuando estás pasando por períodos de alta exigencia, te dejas llevar por sentimientos del instante, algo llamado “secuestro emocional”, imposibilitando tu capacidad de aplicar la el pensamiento crítico, actuando irracionalmente y de forma agresiva en algunos casos, arrepintiéndote de ello más tarde.

En el modelo que aparece en la imagen, que adapté de manera personal, considerando algo llamado “Ley de Yerkes-Dodson”, que relaciona el nivel de estrés con el rendimiento y algo llamado “Flow”, desarrollado por el jefe del departamento de psicología de la Universidad de Chicago Mihály Csíkszentmihályi, que explica el fenómeno que ocurre en las personas cuando alcanzan su zona de máximo rendimiento, también relacionado con estados de felicidad perdurables en el tiempo.

Aquí se pueden diferenciar claramente dos regiones, la primera de ellas es la zona del eustrés, que corresponde al estrés positivo donde el pensamiento, la emoción y la sensación parecen organizarse para proporcionar un efecto general de alegría, satisfacción y energía vital. Este tipo de estrés puede ser muy útil si tienes un trabajo donde estas constantemente tomando decisiones, ya que con práctica, tu neocortex cerebral (razón) puede ayudarte a tomar la mejor decisión con la información disponible, obteniendo mejores resultados, manteniendo controlados los problemas relacionados con la amígdala cerebral.

Si descansas suficiente, te alimentas bien en las horas adecuadas, tomas agua, prácticas deporte, meditas, utilizas visualización positiva y mantienes buenas relaciones sociales, podrías entrar en algo que se llama “la zona”, es el punto máximo de rendimiento con un nivel de estrés bajo control. También se le conoce como entrar en “flujo” donde el mundo a tu alrededor pareciera ir más lento, alcanzado una perspectiva más amplia de todo lo que ocurre a tu alrededor, de seguro lo has sentido alguna vez, es un estado de consciencia donde te sientes capaz de enfrentar cualquier desafío por muy difícil que este parezca.

Es la zona donde la proactividad es el modelo que predomina, se necesita eso sí, que otros neurotransmisores y hormonas, llamados mensajeros alegres, estén en niveles óptimos tales como la oxitocina (hormona del amor), serotonina (hormona de la felicidad), melatonina (hormona del sueño), acetilcolina (hormona de la memoria) y la dopamina (hormona del placer). Esta zona es de tensión, es decir lista para actuar en cualquier momento al igual que un resorte. Lamentablemente, la mayoría de las personas que entran en “la zona” pasan a sentirse demasiado seguros de sí mismas, olvidan por completo que nuestro avatar es una máquina muy delicada y que necesita de sus horas de descanso, alimentación equilibrada y cuidados necesarios desde el punto de vista espiritual y emocional, atravesando la delgada línea del límite de estrés hacia la zona de distrés, comenzando a alimentarse mal y a deshoras, no descansan cuando deben hacerlo, cambian el deporte por largas jornadas de trabajo, dejan de lado su vida social, caen en la victimización y falta de control de sus vidas, llegando incluso a sufrir de cuadros depresivos.

Es en este punto, donde producto de lo anterior, bajan todos los neurotransmisores buenos y aumenta peligrosamente la hormona llamada cortisol, tomando en cuenta que una gran concentración de ella en nuestro organismo puede generar muchos trastornos, tales como; envejecer el cuerpo entre 9-17 años, afectar al sistema inmunológico (muy importante en este período), aumentar o disminuir la presión sanguínea, provocar la aparición de alergias, aumentar el colesterol, aumentar la glicemia, modificar el metabolismo, ocasionar trastornos del sueño como insomnio o somnolencia, favorece la aparición de lupus y a su vez está relacionado con la aparición de varios tipos de cáncer. Esta zona es claramente de presión, sin posibilidad de actuar por un exceso de esfuerzo con relación a la carga.

Por eso es tan necesario aprender a gestionar nuestras emociones para mantener bajo control el estrés malo o distrés, ya que según estudios que se han estado realizando en Europa y los Estados Unidos, existen algunos tipos de cáncer que podrían relacionarse a cuadros de estrés crónico.

Para finalizar te cuento que podemos encontrar estresores emocionales, como la rabia, el enojo, ansiedad, miedo, terror; estresores químicos, como deshidratación, deficiencias nutricionales, infecciones, alcohol, cigarrillo, drogas farmacéuticas, vacunas, algunos alimentos y estresores estructurales, como sobrepeso, sedentarismo, exceso de ejercicio, además de mantener una posición de trabajo inadecuada y prolongada.

Lo importante para hoy es que sepas reconocer en qué etapa de la curva estás, para que puedas tomar las medidas necesarias, si tienes dudas, aquí dejo algunas recomendaciones; recuerda dormir bien durante los períodos de alta exigencia, hacer ejercicio por 30 minutos a lo menos tres veces a la semana, alimentarte de manera saludable y tomar por lo menos 35 cc de agua por cada kilo de peso al día. Además recuerda enfocarte en aquellas cosas sobre las cuales si tienes influencia y que puedes cambiar, porque las demás, esas que solo te preocupan, te provocarán toneladas de ansiedad. Espero que esta información pueda ser de utilidad en este período tan complejo que vivimos y que te sirva para cuando empecemos poco a poco a retomar la normalidad pudiendo lidiar con el estrés. Nos vemos en la próxima entrada.

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