Hayao Miyazaki: El genio de la animación japonesa

14 Enero 2021

Hablar de Hayao Miyazaki es hablar de la historia de uno de los aportes más grandes a la cultura pop que nos ha llegado desde el país del sol naciente: La animación tradicional en 2D.

Hans Spuler >
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Aprovechando que hace unos días cumplió 80 años de vida, acá van algunos datos y curiosidades sobre su prolífica y admirable carrera.

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Nació el 5 de enero de 1941 en Bunkyo, Tokyo. Sus padres fueron Katsuji Miyazaki y Dola Miyazaki. En su obra hay un claro amor por la aviación, este gusto lo heredó de su padre quien era director de la compañía Miyazaki Airplane y que se reflejó en obras como El castillo en el cielo (1986), Porco Rosso (1992) o El viento se levanta (2013).

Al ser un niño nacido en plena segunda guerra mundial, sus experiencias de esta época lo marcaron a fuego. En una entrevista de 2014 cuenta que uno de sus primeros recuerdos fue de cuando tenía 4 años y durante uno de los bombardeos aliados a su ciudad, iba huyendo en plena noche, tomado de la mano de su padre, pero que no sentía miedo ya que las llamas de los incendios hacían que el cielo estuviera claro como pleno día. Su compañero de vida y cofundador del Studio Ghibli, Isao Takahata reflejó estos miedos en la devastadora La tumba de las luciérnagas. Pieza obligatoria para todo amante de los filmes ambientados en esta época.

El Studio Ghibli lo funda en 1985 junto al ya mencionado Takahata. Ambos ya eran veteranos en el campo de la animación (provenientes de los estudios Toei, A Pro y Zuiyo Eizo, esta última creó Heidi) y luego de la quiebra de su antiguo estudio decidieron unir fuerzas para dar rienda suelta a su creatividad, y vaya que esta alianza mágica dio frutos. El nombre Ghibli proviene del italiano para llamar a un tipo de avión usado en la segunda guerra (el Caproni C. 309 Ghibli) además de ser la denominación de un viento cálido proveniente del desierto del Sahara. Lamentablemente esta sociedad llegó a su fin luego de que Isao falleciera trágicamente el 5 de abril de 2018.

Debido a su gran éxito a nivel mundial, se le dio el apodo del “Walt Disney de Japón”. Curiosamente él detesta esa denominación. Este éxito global se explica por la calidad de su obra, pero también por una amistad que le abrió muchísimas puertas (incluida la distribución en occidente a cargo de, irónicamente, Walt Disney Animation Studios) con el jefe creativo y fuerza detrás del estudio de animación más grande del mundo, Pixar, John Lasseter. Quien en 1981 asistió a una proyección de un clip de El castillo de Cagliostro, el primer largometraje de Miyazaki. Y que no hace falta decir lo asombró y marcó profundamente.

Ecologismo, feminismo, pacifismo y el cine político

Si hay una forma de definir la temática en la obra de Miyazaki es un claro y profundo amor por la naturaleza y a su vez un desprecio enorme por la guerra y las armas. Obras como La Princesa Mononoke (1997) es una oda al ecologismo y una crítica a los humanos y su carrera armamentista y de destrucción de su entorno. O la bellísima Mi vecino Totoro (1988) que giran en torno al ecologismo y la importancia de la familia. Otras como Porco Rosso (1992) dan cuenta de su tendencia política de izquierda con frases tan notables como cuando el personaje principal responde a un insulto de un oficial Nazi: “Prefiero ser un cerdo a un fascista”.

El pacifismo en sus filmes fue llevado al mundo real cuando en 2002, luego de que El viaje de Chihiro (2001) fuera nominada al Oscar a mejor película animada (que ganó, siendo la primera y única película extranjera en ganar esa categoría), se negó a asistir a la ceremonia dada la participación de Estados Unidos en la guerra de Iraq.

Vinculado a esto no es de extrañar que en el documental el reino de los sueños y la locura, estrenado hace años, Miyazaki ha confesado sus dudas sobre el Gobierno japonés y sobre su decisión de aumentar el gasto de las armas, además siempre ha sido un activo defensor de la abolición de la energía nuclear.

Destacable es también otra constante en su obra, sus protagonistas femeninas fuertes e independientes y que desde inicios de su filmografía demuestran un notable adelantamiento a su época. Filmes como Nausicaä, en el valle del viento (1984) donde expone el papel de la mujer en la sociedad como impulsora del cambio y la defensa del pacifismo, El castillo ambulante (2004) (anti-totalitarismo y pacifismo) dejan claro lo que en una entrevista dada en 2013 decía el maestro acerca de sus personajes femeninos: “Necesitarán un amigo, o alguien que las apoye, pero nunca un salvador. Cualquier mujer es tan capaz de ser un héroe como cualquier hombre”.

Aprovechando esta tribuna les dejo las que, a mi juicio, son algunas de las mejores películas del Studio Ghibli. Si no las han visto, se las recomiendo totalmente. Todas están disponibles en la plataforma Netflix.

Kiki la bruja. Maravillosa historia que cuenta lo que es pasar de la niñez a la adolescencia.

La Princesa Mononoke. Es quizá la más “adulta y violenta”. Con un mensaje ecologista que pega duro y sin dar tregua.

Susurros del corazón, una de las más “simples” en su trama, pero a la vez más cercana. Con hermosa fotografía y con un mensaje con el cual todos podemos identificarnos.

El viaje de Chihiro. No por nada ganó el Oscar a mejor película. Como dice su nombre, es un viaje de emociones y sensaciones que jamás se puede olvidar una vez vista.

Se espera que en 2021 se estrene la que sería su última película y que lleva por título ¿Cómo vives? (Kimitachi wa Dō Ikiru ka). Toshio Suzuki (Productor de Studio Ghibli) reveló que Miyazaki está trabajando en la película para que su nieto lo recuerde una vez este muera.

Para terminar, esta frase resume de forma muy completa todo lo que Miyazaki ha querido expresar y compartir con el mundo, a través de sus películas su legado e influencia cinematográfica ya son eternos, esperemos que su mensaje también lo sea.

“Quiero retratar la realidad de los niños en el Japón de nuestros días -incluyendo sus deseos- y hacer películas que les inspiren un entretenimiento sincero. Esto es algo fundamental, una cosa que no debemos olvidar nunca. Si lo hiciéramos, nuestro estudio se derrumbaría”.

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