Independencia cultural

Independencia cultural

05 Marzo 2021

Me niego a aceptar que Chile no se atreva, que no confíe en sus científicos ni en sus universidades, que se prefiera importar desarrollo y conformarnos con la transferencia de conocimiento importado.

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La pandemia nos ha hecho tomarle el peso a la importancia de la ciencia y la tecnología en nuestras vidas, en Chile miramos desde lejos el desarrollo de vacunas que nos protejan del Covid-19, y ciframos nuestras esperanzas en negociaciones internacionales. Tenemos que tomarnos en serio el modelo de la ciencia como motor de desarrollo. Destinamos a ciencia y tecnología un ínfimo 0,35 por ciento del PIB del país, ocupando el penúltimo lugar en la tabla de la OCDE, y por cierto muy lejos de países como China (2,1), USA (2,826) y Alemania (3,13). 

Pero Chile puede desarrollar ciencia y tecnología de primer nivel, competitiva a nivel mundial, especialmente en temas emergentes. Existen áreas en las que podemos jugar en las grandes ligas, hay investigadores reconocidos internacionalmente. Podemos enfocar los esfuerzos y lograrlo en áreas estratégicas para el desarrollo sustentable. Eso es lo que busca el programa de centros de excelencia de ANID (ex CONICYT), y en particular el programa FONDAP, con centros como el Centro de Ciencia Avanzada del Clima y la Resiliencia CR2, dirigido por la Dra. Maisa Rojas, y el Solar Energy Research Center SERC, dirigido por la Dra. Claudia Rahmann. Estos centros, que tienen foco en temas prioritarios, congregan a investigadores de distintas universidades, y han logrado realizar importantes contribuciones a la ciencia y al país.

En el área de tecnologías limpias, no sólo tenemos reconocidos especialistas, sino además las condiciones naturales que se requiere para su desarrollo: agua, sol, litio, cobre y otros minerales. A raíz de una negociación entre el estado de Chile y SOQUIMICH, se generan recursos provenientes de un royalty, para crear un Instituto de Tecnologías Limpias, que permita convertir a Chile en un polo de desarrollo en el tema, con un presupuesto de 192 millones de dólares, el más cuantioso que se haya asignado nunca a un proyecto de ciencia y tecnología. Después de un largo y cuestionado proceso, se adjudicó los recursos a la propuesta de una fundación norteamericana, ligada a la astronomía, en asociación con 3 universidades chilenas que no tienen experiencia en el desarrollo de este tipo de tecnologías. Se trató de una decisión política, pues la evaluación técnica efectuada por especialistas internacionales, le otorgó mayor puntaje a la postulación que congregaba a 11 universidades chilenas, incluyendo a las más prestigiosas, a importantes empresas de minería y energía, y prestigiosos centros internacionales.

El mensaje que esta decisión entrega es muy doloroso para nuestro país. Nos hace preguntarnos para qué queríamos un Ministerio de Ciencias, que nos generó tanta ilusión. Lejos de conseguir un aumento en el presupuesto, el nuevo Ministerio ¡ha hecho ahorros! Y en esta ocasión, en que se generó una oportunidad única, tampoco estuvo ahí el Ministro defendiendo el desarrollo local de ciencia y tecnología. La Corte Suprema ha declarado admisible el recurso presentado por universidades nacionales que busca revertir la decisión de Corfo. Por fin algo de cordura.

Me niego a aceptar que Chile no se atreva, que no confíe en sus científicos ni en sus universidades, que se prefiera importar desarrollo y conformarnos con la transferencia de conocimiento importado. Necesitamos generar oportunidades para que nuestros investigadores desarrollen sus ideas, mejorar los instrumentos de transferencia para que nuestras empresas desarrollen productos de mayor valor agregado, sólo así lograremos el tan anhelado desarrollo sustentable. Defendamos nuestra independencia cultural y científica, conformarse con traer todo desde afuera es como sentarse en el sofá a mirar televisión.

Por Marcela Munizaga, Profesora Titular, Directora Académica y de Investigación en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile

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