Lectura voraz: Seis títulos especiales para el Día del Libro 

23 Abril 2021
Si bien todo libro es especial, estos títulos tienen algo particularmente especial, lo que los hace también más interesantes de revisar en el contexto de este Día del Libro.
Daniel Carrillo... >
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Día del Libro, Recomendaciones, Lectura. Foto: Unsplash

Ya sea por su temática, enfoque, estilo o planteamiento, estos libros tienen algo diferente que decirnos:  

 GB84 (Hoja de Lata, 2019), David Peace. 
¿Un ladrillo que bordea las 700 páginas? A simple vista, claro. Pero la primera impresión se queda chica para dimensionar el año de documentación en que se sumió el autor para poder darle forma luego a esta novela, una ficción densa y deslumbrante basada en hechos reales: la huelga de doce meses que enfrentó al Sindicato Nacional de Mineros de Gran Bretaña con el Gobierno y las políticas neoliberales de Margaret Thatcher, la “dama de hierro”. El conflicto se extendió entre 1984 y 1985, periodo que es abordado desde diferentes narradores y puntos de vista, desmenuzando la realidad para elaborar una obra que tiene mucho de novela negra, histórica y política, e incluso de narración bélica, pero que también va tras bambalinas para mostrar con detalle y precisión el día a día de los trabajadores y sus familias, el hambre, la desazón, los divorcios. También están las oscuras negociaciones en cuartos de hotel, un recorrido por las cloacas del poder, las traiciones y la polarización en torno a un enfrentamiento en donde Thatcher acuñó el concepto de “enemigo interno” para referirse a los mineros, que llegaron buscaron apoyo de la Unión Soviético y la Libia de Gadafi.  

No es un libro fácil y quizás requiera indagar un poco sobre la historia británica reciente, pero como toda batalla épica entre fuerzas universales, en este caso entre el capital y el trabajo, puede ser disfrutado desde cualquier punto del globo.  

¡Florecieron los neones! (Odelia editora, 2018), J.P. Zooey. 

 Una novela de ciencia ficción escrita por un autor argentino, que tiene por protagonista a un escritor llamado Narciso Falopio quien en la narración es, no obstante, el verdadero creador de ¡Florecieron los neones!, manuscrito que es hallado en un contenedor de residuos reciclables, desechada por el jurado del Fondo Nacional de las Artes, tras una lectura equivocada. 

Estos ingredientes, de por sí, podrían hacer interesante adentrarse en las 135 páginas de esta breve novela experimental, que juega a sus anchas desde lo que podría ser el prólogo hasta el aparente epílogo, incluyendo incluso el texto de la contratapa. Pero si le sumamos que la obra es sacada de la basura por el mismísimo J.P. Zooey, quien novela una introducción teórica a la propia novela, que todo ocurre en un presente distópico y que el nombre de Narciso Falopio es en realidad un seudónimo, y para más remate, que se trata de un ciborg, la mesa está servida. 

La historia que se cuenta es la de un verano en la vida de un hombre que busca desarrollar un poema tecnológico para encontrar la fe, hallazgo que será finalmente realizado en la voz de una mujer o, al menos, eso es lo que creeremos todos hasta el final.  

“Pero,al cabo de treinta segundos sin tráfico de datos, su atisbo de fe quedó colapsado como una descarga abortada. ¿Abrimos los ojos? Jamás en este mundo, respondió Nervina”.  La frontera entre lo humano y lo artificial muta o se camufla, mientras las máquinas pueden sufrir por obra y gracia de los seres de carne y hueso. 

 Saltar el torniquete. Reflexiones desde las juventudes de octubre (FCE Chile, 2021), Sol Alé, Klaudio Duarte, Daniel Miranda (editores). 

¿Otro libro más sobre el estallido social de 2019? Sí, pero no. Aquí no hay solo crónicas personales, ensayos o análisis académicos, ni un recuento periodístico de los hechos que marcaron un punto de inflexión en el devenir político/social de Chile hace casi dos años. Algo de todo eso se halla en sus 195 páginas, pero la amplitud de las miradas, disciplinas y voces que se recogen hacen de esta propuesta algo distinto, que permite entender con mayor amplitud un fenómeno de por sí complejo y con múltiples aristas.  

Así, desde una población de Independencia, el testimonio de Vilma, de 25 años, criada en una familia de izquierda conservadora y políticamente inactiva, pero cuya madre termina encendiendo una barricada para el aniversario del asesinato de Camilo Catrillanca, dialoga con el de Sofía Riquelme, de Lo Barnechea y egresada de la Universidad Católica, quien destaca que “los privilegios dan una responsabilidad y así me lo enseñaron mis papás”; o el de Nicolás Rosselot, de Providencia, quien no esconde su alegría por “ver en las calles y redes sociales a las nuevas generaciones de jóvenes LGBTQI+, son un ejemplo de valentía y autenticidad, admiro que les cabres se sientan orgullosos de lo que son y que los colas más chicos reivindiquen a la loca”. Pero no todo es la capital, y también están Max Gallardo, de Puerto Montt, o el nortino Luis Arcos, quienes enriquecen este crisol de miradas humanas.

Éstas se complementan conbreves ensayos sobre participación juvenil, nuevas formas de acción política, precariedad económica y morosidad de jóvenes profesionales, el rol de las familias, movilización entre la juventud “cuica”, el rol de los secundarios y el activismo sexopolítico juvenil. A ello se agrega un capítulo dedicado a las emociones y consignas de la protesta, con visiones de Valparaíso y Punta Arenas, cerrando con un epílogo del poeta, académico y editor valdiviano Yanko González, quien aborda conceptos como crisis generacional y “adulescencia”. 

Zazie en el metro (Ediciones Godot, 2020), Raymond Queneau.

En esta novela de 182 páginas los “claquesones” bufan, la “hormosesualidad” puede ser ponerse perfume, la gente “oza dezir”, entre otros “egzemplos” de este tipo, que deben haber significado un gran dolor de cabeza para la traducción al español. 

Esa jerga coloquial que inventa y derrama Queneau en 1959 no pasa desapercibida y es una de las cartas de presentación de este libro, una de   las pocas novelas que dejaron las vanguardias del siglo XX. Su tono desenfadado e irreverente la mantiene fresca al día de hoy, con una historia cómica, absurda y surrealista protagonizada por Zazie, una muchacha muy despierta y de lengua afilada que visita a su tío –a quien apenas conoce- en París. La impostura ya viene dada desde el título, porque la joven finalmente no pone ni un pie en el metro -que es lo que más le interesaba conocer de la capital francesa- debido a que se encontraba en huelga. 

Hay momentos en los que una carcajada termina siendo inevitable, aunque no puede pasarse por alto el vacío y la corrupción que se cuela a través del oscuro cinismo de Zazie. 

¿Héroes o locos? Psicobiografías de personajes de la historia de Chile (Ril editores, 2020), Sergio Ramón Florenzano. 

El autor -psiquiatra, psicoanalista y académico- invita a entrar en la mente de los próceres de la independencia chilena, a quienes suma otros dos íconos políticos del siglo XIX: Portales y Balmaceda. 

El resultado es sorprendente o, según cómo se miré, inquietante. Rasgos obsesivos, alteraciones de carácter e incluso características psicopáticas (como refiere Florenzano para el caso de Lord Cochrane) pululan por doquier en estos perfiles. Basados en la vida misma de estos héroes, tanto en lo privado como en lo público, el libro se sustenta en un robusto cúmulo de referencias y también en una evidente pasión del autor por la historia. 

En el caso de Bolívar, por ejemplo, llama la atención la poca simpatía con que Marx se refiere a su figura, en un artículo de 1858 escrito para la New American Encyclopedia. “En todos esos lugares (Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia), según Marx, no se concentraba con dedicación a gobernar, sino que más a la vida social y a exhibir sus triunfos”. Así, el análisis de Florenzano denota rasgos de una personalidad narcisista, que no se adapta a las normas sociales, a lo que suma la deshonestidad y la impulsividad.  

También impulso habría sido Manuel Rodríguez, en quien percibe además déficit atencional con hiperactividad. La precipitación habría estado presente también en José Miguel Carrera, marcando un contrapunto con las personalidades de O’Higgins y San Martín, más cautas y reflexivas. Esto tendría un impacto evidente al revisarse la biografía de estos próceres: los dos primeros murieron en la treintena (33 años Rodríguez; 35 Carrera), en cambio los dos últimos fallecieron pasados los 60 años (64 y 72, respectivamente). 

En el caso de O’Higgins, eso sí, una sombra gravitante será su condición de “hijo natural”, que le impondrá un desafío a su autoestima, configurando un trauma infantil que incide en su personalidad adulta, a lo que debe sumarse su ambivalencia identitaria, hispana e irlandesa. “Asimismo, muestra cómo se repiten las situaciones traumáticas en forma inconsciente, al castigar a su padre participando del complot hacia la corona española y al tratar a su hijo natural Demetrio en forma semejante a como él fue tratado”, detalla el autor.  

La sociedad decadente. Cómo nos hemos convertido en víctimas de nuestro propio éxito (Ariel, 2021), Ross Douthat.  

La sociedad está en declive… ¡Viva la decadencia! Algo así nos transmite el autor en las 332 páginas de este provocativo ensayo, que describe cómo Occidente se habría estancado luego de la llegada del hombre a la luna, en 1969. Tras ello, la sensación de misión histórica y las expectativas de progreso perpetuo –bases del proyecto de modernidad-, parecen haberse congelado en un estado de soporífera deriva, pesimismo e incertidumbre. 

Lo llamativo es que Douthat, ensayista y columnista conservador del New York Times, no se lamenta demasiado ante este panorama. Según indica, este agotamiento no sería en esencia algo indeseable o pernicioso. Es más, llama a valorar la decadencia, poniendo en la mesa la propia historia del siglo XX cuando Occidente ha impulsado “misiones” contra este declive. Los resultados de ello, estarían a la vista: cadáveres apilados tras las masacres de la Primera Guerra Mundial; el Reich de los mil años que proclamó el nazismo; la histeria tras el atentado a las Torres Gemelas que inició una guerra en Medio Oriente que aún no termina. Así, una ambición prometeica y dinámica, y no el estancamiento decadente, sería la llave para la destrucción. 

“Uno puede incluso abogar por la decadencia sostenible no como un empeoramiento o una meta decepcionante, sino como una coyuntura en la que la raza humana alcance por fin un próspero equilibrio entre la tristeza de la miseria más absoluta y los peligros de crecer por crecer”, sentencia Douthat.