Convivencia fallida o convivencia virtuosa: ¿Es deseable que se mezclen, permeen o integren las "burbujas"?

Convivencia fallida o convivencia virtuosa: ¿Es deseable que se mezclen, permeen o integren las "burbujas"?

14 Abril 2021
El país nos está invitando a convivir y conversar para ponernos de acuerdo en una Nueva Constitución y en qué líder o lideresa es más adecuado o adecuada para estar a la cabeza del Poder Ejecutivo en los tiempos que tendremos que superar múltiples crisis.
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Convivencia fallida o convivencia virtuosa

Nuestra sociedad es un conjunto de burbujas. Algunas más reconocibles, como los grupos políticos y movimientos, otras menos visibles, como las redes que se derivan de colegios y universidades, o las burbujas de opinión que, como hemos aprendido estos últimos años, las redes sociales han ayudado a radicalizar. Burbujas que a veces se usan de trincheras y que la mayoría de las veces no se tocan las unas con las otras. Las mismas son sujeto de los más amplios prejuicios y reducciones, ya sean clases sociales o generaciones, trabajadoras y trabajadores o el empresariado, la clase política o las y los invisibilizados y excluidos. Sin importar el tipo de clasificación, lo que queremos destacar son las brechas entre estos grupos, donde rara vez ocurre conversación y sana convivencia en que compartamos experiencias y lleguemos a acuerdos.

Los más jóvenes acusarán a los más viejos de soberbios y adultocéntricos. Los más viejos acusarán a los más jóvenes de arrogantes e ignorantes. La clase política y el empresariado acusan de quejumbrosos a los que los acusarán de abusadores y ladrones. A quien diga algo como esto que aquí decimos, lo acusarán de buenólogo o buenista. Pero algo hay de cierto, el adultocentrismo y la arrogancia existen, el abuso y la corrupción también. Definitivamente el buenismo también.

Pero ¿podremos conversar?

La salud de la convivencia, implica que esta no se reduzca a algo instrumental u operativo, pero pareciera que el único fin por el que es razonable que se junten 2 personas de burbujas diferentes es para negociar o disputar algo que normalmente tiene que ver con poder. Las negociaciones suelen incluir un factor coercitivo en que algo se está jugando entre 2 partes y me veo en la obligación o necesidad de estar ahí. Es cosa de ver las caras de quienes salieron en la ahora histórica foto de las personas que firmaron el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución.

El parlamento es un ejemplo, un espacio en el que se sientan a conversar todos los días diversas personas representando a la ciudadanía en su pluralidad, pero lo hacen cumpliendo su trabajo, nada asegura que en realidad Juan Antonio Coloma se sentaría con Karol Cariola con razón simplemente de conversar en sana convivencia. En la Convención Constitucional vamos a conversar también, pero advertimos que será del mismo modo que en el parlamento y quizás eso no nos lleve a los resultados esperados.

Construir comunidad, reconocer al otro

El país nos está invitando a convivir y conversar para ponernos de acuerdo en una Nueva Constitución y en qué líder o lideresa es más adecuado o adecuada para estar a la cabeza del Poder Ejecutivo en los tiempos que tendremos que superar múltiples crisis. Tomando en cuenta que los fines son estos, así de importantes ¿cree usted que es deseable que se mezclen, permeen o integren las burbujas para una convivencia virtuosa, no instrumental?

Es razonable que yo no me siente a conversar con alguien de la otra burbuja si interpreto que parte de su visión implica mi destrucción, y si sentarse a conversar significa mirar a la otra persona negándola, es desde el principio una conversación trunca y fallida. La negación se basa en una paradoja de cegueras, en la que no veo a la otra persona realmente sino a una idea de esta. Y es paradojal en la medida que siempre, sin excepción, mi existencia depende de esa otra persona, con la que, a fin de cuentas, en un nivel más elemental para la vida, somos inescapablemente comunidad.

En la tradición del pensamiento político griego representada por Platón y Aristóteles, el valor que se asigna a la polis es ante todo una excelencia moral, en que la ciudadanía se hace virtuosa en la ciudad, la polis, como la única comunidad humana que se basta a sí misma para proporcionar a sus miembros una vida plenamente digna de su naturaleza. Más allá de Platón, más allá de Aristóteles, la idea de una comunidad humana que se basta a sí misma para proporcionar dignidad puede ser la convención constitucional que buscamos, el próximo Poder Ejecutivo que queremos, el siguiente parlamento que imaginamos, en que la foto de los firmantes del próximo acuerdo de convivencia, nuestra nueva constitución, nos muestre una convivencia virtuosa.

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