Opinión: La nefasta relación de los negocios con la política

31 Mayo 2015

Cuando gobiernos y parlamentarios recurren a empresas privadas y transnacionales extranjeras para financiar su funcionamiento, jaquean la democracia al hipotecar sus intenciones.

Andrés Gillmore >
authenticated user

No hay duda que el gran problema de la política chilena en la actualidad es la nefasta relación con los negocios, realidad que con el tiempo ha ido tomando el control del país en todas sus dimensiones y lamentablemente a gran escala; por ilógico que pueda parecer aún existe gente y organizaciones que creen que es normal y parte inherente de la democracia moderna, que incluso esta relación puede ser positiva, no admitiendo bajo ningún supuesto la posibilidad que el Estado financie la política.

Pero la verdad objetiva y con proyección de futuro porque de esa manera se deben tomar las decisiones, es que por mucho que hagamos grandes cambios estructurales, institucionales y que cambiemos la constitución por medio de una asamblea constitución, si la relación de los negocios con la política no se clarifica, no se le pone los límites y los recaudos correspondientes y pertinentes, de nada servirán los cambios que pudiésemos realizar al modelo económico de desarrollo y a la misma constitución, principalmente porque el mundo de los negocios tiene conceptos diferentes en sus proyecciones y sobre todo en sus objetivos, diferentes estructuralmente con los de un Estado. Las empresas del mundo privado buscan a toda costa el crecimiento, minimizando costos para maximizar utilidades; los estados deben buscar el desarrollo en forma sustentable respetando el medio social y ambiental, diferentes caminos y formas hacia un mismo objetivo, desdibujando los conceptos y posicionandolos en realidades opuestas.

De ahí se sustenta en la actualidad la desdicha y la falta de respeto en las autoridades en general, que no han sabido dar el ejemplo de liderazgo ético y moral ante estas situaciones, que necesita autoridad moral para prevalecer. Lo que está sucediendo en la actualidad con pruebas reales y contundentes, no con supuestos que era una verdad omitida por siempre, que nadie se atrevía a enfrentar por miedo a ser considerado como un traidor por sus pares y la mayoría optó por callar.

Bajo el prisma ciudadano, se podría decir a ciencia cierta que es la mejor noticia de los últimos veinte años, porque nos permite avanzar y no seguir viviendo en el limbo. Es indudable que el proceso no es agradable, que muchos tendrán que irse para la casa, otros menos a la cárcel, pero era muy necesario y mientras antes se limpie el escenario tanto mejor.

No es un problema específico de Chile ni nada parecido como muchos podrían pensar, la crisis pasa más que nada por la fundamentación del modelo neoliberal como un todo y no solo referido a Latinoamérica como continente emergente (subdesarrollado); países tan desarrollados como USA sufren de la misma problemática y están en pleno proceso de restructuración. Algunos países europeos sufren de lo mismo, como Francia, Italia e España entre otros. Hasta lo misma FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) finalmente como una crónica de una muerte anunciada, le han sacado sus trapitos al sol, de lo que era un secreto a voces por todos conocidos.  

Las democracias no son fáciles de sobrellevar bajo ningún punto de vista, mucho menos las neoliberales en países emergentes como el nuestro, que se dicen democráticos y vienen de dictaduras muy fuertes que de una manera u otras nos ha condicionado; las democracias exigen disciplina fiscal y una constante fiscalización de los procedimientos en todo orden de cosas. Lo peor que le puede suceder a las democracias de los países emergentes es que se estanquen en sus procesos y pierdan la capacidad de revitalizarse ante sí mismas, sin el flujo constante de ideas y proyecciones que deben tener para sobrevivir, que a fin de cuentas es la única manera de mantener la proyección democrática y lograr una cierta estabilidad social, que además se refleje en el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades con la perspectiva de sustentabilidad que se requiere para mantenerse en el tiempo. Es mucho más fácil subir en materias de desarrollo que mantenerse; Chile se transformó en un claro ejemplo de esta compleja realidad.

El tema de la financiación de las precampañas y campañas políticas son precisamente un ítem verdaderamente importante para sostener una democracia en vías de desarrollo como la nuestra, porque determina la base del andamiaje ideológico estructural de la democracia en sí misma, para que represente los verdaderos intereses de los ciudadanos y no lleguen hipotecados antes de nacer al congreso, influenciados por los intereses económicos de los grupos de poder.

Cuando gobiernos y parlamentarios recurren a empresas privadas y transnacionales extranjeras para financiar su funcionamiento, jaquean la democracia al hipotecar sus intenciones, creando desigualdad y resentimiento social, que dadas las circunstancias actuales crean el colapso estructural del modelo político y social, al no haber tenido un concepto de desarrollo con proyección de futuro, que tomará en cuenta las potencialidades positivas de lo que somos para establecer parámetros fieles de las verdaderas necesidades.

En 1985 del siglo pasado, se dio inició en el país un proceso de privatización que fue considerado uno de los más radicales realizado en el planeta, incluso más aún que el de Inglaterra, país que es considerado históricamente como la cuna de las privatizaciones radicales; este proceso marcó para Chile un antes y un después, sustentando el formato del modelo económico.

El Estado chileno bajo el alero de la dictadura entre los años 1985-89 se deshizo de 30 empresas estratégicas que eran de todos los chilenos; la usurpación significó una enorme pérdida económica para el país, calculada en una cifra muy superior a los mil millones de dólares de la época. Privatizaciones que tuvieron efectos nocivos en la proyección de nuestra economía bajo el punto de vista ciudadano trabajador, con la intención de asegurar el perpetuamiento del modelo y de la ideología económica que sustentaba la dictadura para continuar con el dominio, sobre todo en empresas proveedoras de servicios básicos, que con el tiempo se fueron transformando en una determinación nefasta para la población al quedar a merced de estos intereses, por empresas que terminaron siendo grandes monopolios de mucho poder, al operar sin regulación y sin una adecuada fiscalización por parte de un Estado minimizado a su más básica expresión.

Muchos profesionales fieles a la dictadura, de la noche a la mañana se transformaron por un simple hecho ideológico en grandes empresarios con mucho poder, con una proyección de enriquecimiento extraordinaria, que son los mismos que empezaron a financiar a los parlamentarios en el congreso y los gobiernos por añadidura, con el objetivo de manipular los intereses políticos para no perder las empresas y las regalías que les habían sido otorgadas al serles cedidas las empresas de manera tan fraudulenta.

Ese fue el espeso y nauseabundo caldo de cultivo que nos tiene en la actualidad como estamos, con una corrupción que por años estuvo fuera de control, con políticos y gobiernos corruptos e insubordinados que se aferraron al poder a pesar de lo nefasta influencia que su presencia representa para el país. Con el pasar de los años la injerencia de estos grupos de poder se fueron afinando de tal manera, que pasaron por décadas pasaron desapercibidos bajo el submundo político de una ciudadanía ingenua, que fiel a su espíritu republicano confiaba y respetaba a sus parlamentarios y gobiernos en general, al considerarlos honorables y que fundamentalmente trabajan por el bien del país.

Un caso concreto de esta realidad que expone sin tapujos lo negativo que es la relación de la política con los negocios es la ley de Pesca que privatizó el mar; aprobada durante el gobierno de Sebastián Piñera. Ley que fue el caballito de batalla del paso de la Alianza por Chile por la Moneda y fue considerada como uno de sus grandes logros del paso de la derecha por la Moneda, que demuestra con detalles lo incestuosa de la relación.