Piñera y su "Nueva forma de Gobernar": Un Error Fundacional

Piñera y su "Nueva forma de Gobernar": Un Error Fundacional

28 Julio 2011

El gobierno llego al poder con una grupo de cuñas políticas entre las cuales existe una fundamental para analizar la crisis en la que se encuentra el gobierno hoy en día “la nueva forma de gobernar”.

Ricardo Rivano >
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Buena parte de los programas de las campañas políticas nacen de las declaraciones propagandísticas, las “cuñas políticas”, que los candidatos emiten a los medios de comunicación durante las campañas electorales, éstas tienen como característica ser breves para que los electores las puedan absorber rápido, apuntar a la contingencia y suponer soluciones obvias a problemas graves. El gobierno llego al poder con una grupo de cuñas ya establecidas, desde las antiguas campañas fallidas de su coalición, y aunque ejemplos como la puerta giratoria (uno de los mayores fracasos del gobierno en general y Hinzpeter en particular) sobran, existe una cuña que es fundamental para analizar la crisis en la que se encuentra el gobierno hoy en día, “la nueva forma de gobernar”.

Como se ha repetido en cada uno de los espacios públicos de debate, éste grito de batalla que tuvo la campaña de Sebastian Piñera se desmoronó de manera abrupta e irremediable quedando al descubierto con el último cambio de gabinete. Y es que fundar un gobierno en un ítem tan pretencioso parece más un empeño por avanzar hacia una forma diferente de gobierno que no es lo mismo que una nueva forma de gobernar.

La pretensión de Piñera pasaban por realizar un cambio profundo en la administración pública reclutando nuevos estilos de liderazgo que se comprometieran con su labor las 24 horas del día, que otorgaran una imagen apolítica lejana a los oscuros rostros de la derecha tradicional cercana a Pinochet y, además, lograran terminar de un vez por todas con las antiguas prácticas del cuoteo político y la corrupción. Entonces el camino a la transparencia, según el presidente, era “trabajar con los mejores” con técnicos no corrompidos por los partidos políticos y la formación doctrinaria es estos. Sin embargo al analizar profundamente el contenido detrás del discurso visualizamos características clásicas de la derecha liberal elitista que, por supuesto, son contrarias a las corrientes democráticas participativas que reclama gran parte de la sociedad en las calles hoy.

Los problemas del diseño fueron múltiples. Primero fue un grave error no valorar a los políticos, la política se fundamenta en los principios de poder y consenso que son conceptos muy lejanos a las circunstancias que se enfrenta un empresario cuando toma decisiones en sus empresas, la inexperiencia en estas materias le pasaron la cuenta por ejemplo al ministro De Solminihac que no pudo darse a conocer en la cartera con más recursos de todo el gabinete. Un segundo error fue el creer que se podía lograr todo sin los partidos políticos, siendo que estos son fundamentales para las democracias representativas y que los gobiernos depositan gran parte de sus posibilidades de éxito en el legislativo, el desprecio del ejecutivo tanto a los parlamentarios de su sector como de la oposición se apreciaba por los numerosos proyectos sin acuerdos previos y derivó en una oposición negando el pan y el agua, además, de una bancada oficialista completamente díscola que entregaba, en el peor momento de la Moneda, una inédita carta contra el gobierno.

Profundizando la cuña “la nueva forma de gobernar” existe un análisis mucho más trascendental en donde se visualiza la desconfianza por la política y los políticos, esa desconfianza propia de los que piensan que el político sólo se dedica a esto para hacer dinero (o robarlo) y que de verdad no son grandes hombres, porque los grandes hombres lograron hacer dinero antes de llegar a lo público emprendiendo o mejor aún llegando a ser como el mismo presidente un “self made man” y para ellos resulta obvio que un hombre rico no necesita robar, por lo tanto, son quienes tienen suficientes meritos (cuantificables) para ser designados autoridad. No obstante esto es un grave error que no apunta a una nueva forma de gobernar sino que, a una forma de gobierno distinta de la democracia y que se llama “plutocracia”. Seguramente Longueira, político de profesión, comprendía perfecto lo anterior y por eso después del cambio de gabinete se apresuro en manifestar que había llegado la hora de los políticos, y es que son estos políticos, que han vivido siempre de lo que rentan por su trabajo en política, los que nunca tendrán conflictos de interés y serán los más libres para aportar al desarrollo común de la nación.