Derecho a la alimentación adecuada: Pongamos el tema sobre la mesa

Derecho a la alimentación adecuada: Pongamos el tema sobre la mesa

18 Agosto 2020

El hambre es una problemática de Derechos Humanos -al 2019 se estimaba que 24 mil personas mueren cada día de hambre en el mundo. El 75 % de estos fallecidos son infantes menores de cinco años, es decir que 18 mil niños y niñas de entre uno y cuatro años mueren de hambre cada día.

Margarita Arriagada >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

“Cuando llamaron a comer/ se abalanzaron los tiranos/ y sus cocotas pasajeras,/ y era hermoso verlas pasar/ como avispas de busto grueso/ seguidas por aquellos pálidos y desdichados tigres públicos.

Su oscura ración de pan/ comió el campesino en el campo,/ estaba solo y era tarde,/ estaba rodeado de trigo,/ pero no tenía más pan,/ se lo comió con dientes duros,/ mirándolo con ojos duros”

Pablo Neruda. El gran Mantel

Cuando tenía 9 años, iba en un bus rumbo al campo en pleno verano. Mientras avanzábamos, veía por la ventanilla pasar infinitos predios vacíos, secos, sin árboles, mientras de vez en cuando, contrastaban algunos pequeños sitios con quintas de coloridas manzanas, ciruelas, cerezas; huertas desde las que destacaban las hileras de porotos enredándose en colihues perfectamente dispuestos, y muchas flores. Fue el momento exacto en que imaginé que, si todos sembráramos cada sitio vacío, posiblemente no existiría hambre en el mundo, las personas no tendrían que “trabajar para comer” pues esta necesidad estaría cubierta, y podrían dedicar más tiempo a otros fines mientras contemplamos la belleza de aromas y colores, a nuestro alrededor, siempre.

Más aún, si las personas dejaran de lado el individualismo, el sentido de propiedad, y trabajaran comunitariamente. Comencé a indagar acerca de las barreras del llamado “derecho de propiedad” y también conocer estrategias campesinas, como la “siembra a medias” que más tarde conocería como “contrato de medianería”. Fue tiempo después que encontré con un reportaje respecto de los colorantes que había en los alimentos y la falta de regulación y etiquetado en nuestro país.

Eran varias las inquietudes por ese entonces, que no se quedaron dormidas, pero que despertaron muchos años más tarde, al encontrarme de nuevo de cara a la abundancia. Fue de mano de una curadora de semillas llamada Blanca Rosa, del Bolsón, en el centro agroecológico Mongelechi Mapu ubicado en el sector de Rulo, comuna de Nueva Imperial, que me reconecté con aquellas ideas.

Al ver siembras de los más diversos colores entre flores y plantas medicinales, donde todo es sembrado de manera amigable con el entorno, sin químicos y en una intensa labor de recuperación de semillas tradicionales, oí el dicho “dime lo que hay en tu plato y te diré cómo piensas”. Y también la frase de Hipócrates: "Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento". Y comencé a dar los pasos necesarios para comprender la importancia de la soberanía alimentaria.

Es por esto que en medio de un tiempo absolutamente importante para definir cuál es el rumbo de nuestra organización jurídico-social, también para pensar y repensar/nos, se asoma nuevamente un mar de interrogantes en el cual no puedo dejar de navegar, y uno de ellos es el derecho a la alimentación adecuada.

Si viéramos el hambre como la problemática de Derechos Humanos que es -al 2019 se estimaba que 24 mil personas mueren cada día de hambre en el mundo. El 75 % de estos fallecidos son infantes menores de cinco años, es decir que 18 mil niños y niñas de entre uno y cuatro años mueren de hambre cada día, cifra que se estima sea muy superior este 2020 a causa de la pandemia- sin duda nos sentaríamos a hablar sobre la importancia de resguardar nuestra capacidad de decidir libremente como comunidad acerca de qué queremos comer y cómo producirlo.

Ejemplo de que no hemos cumplido con esta necesaria conversación, ya que nuestro país mantiene sus altas cifras de sobrepeso y obesidad, y esto no por una sobrecarga de alimentos ricos en nutrientes, sino por una dieta a base de carbohidratos y grasas, ya que son más económicos, por lo tanto, hay más acceso a ellos y proporcionan mayor sensación de saciedad, o el caso de los adultos mayores que tienen mayores requerimientos de una alimentación idónea, y apenas logran abastecerse con lo mínimo debido a un débil sistema de protección a sus pensiones, o familias que con sueldos bajos priorizan el pago de los servicios básicos por sobre la alimentación.

Se adquieren frutas o verduras cargadas de pesticidas, herbicidas y radiación a los que son sometidos, y en medio del negocio de privatización de semillas, que empobrece los territorios (Chile es uno de los principales semilleros de transgénicos a nivel mundial, los que son exportados), criaderos de animales hacinados, carnes que llegan a nuestro hogar cargadas de antibióticos cuyo uso y abuso en animales y humanos está contribuyendo al aumento de la amenaza que representa la resistencia a los antimicrobianos.

Entonces, ¿estamos realmente cumpliendo o exigiendo una alimentación adecuada? Para ello debemos también responder si queremos alimentarnos con alimentos modificados genéticamente o con aquellos que se han cultivado de generación en generación valorando el contenido nutritivo de los mismos, y a la vez, si se le va a dar prioridad a los cultivos de producción local, y dejar de negociar con los alimentos como mercancía, ya que el derecho a la alimentación comprende: la disponibilidad de alimentos en cantidad y calidad suficientes para satisfacer las necesidades alimentarias de los individuos, sin sustancias nocivas, y aceptables para una cultura determinada y la accesibilidad de esos alimentos en formas que sean sostenibles y que no dificulten el goce de otros derechos humanos. Derecho contenido en tratados y normas internacionales, ratificadas por Chile y por tanto con rango constitucional, entre ellas, Carta de las Naciones Unidas; Convención de los Derechos del Niño; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; por nombrar sólo algunos.

Sin duda, es buena hora para poner este tema sobre la mesa.