Minería de carbón en Isla Riesco: El último paso para terminar la contradicción

Minería de carbón en Isla Riesco: El último paso para terminar la contradicción

14 Agosto 2020

Esta isla, enclavada en medio de la Patagonia austral, es la cuarta más grande de Chile y su amenaza es una de las reservas de carbón más grandes de nuestro país. Cuestión que a ojos del Estado parece ser un buen negocio, sin importar sus consecuencias socio-ambientales.

Gabriela Simone... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

El futuro de Magallanes está en el carbón”, versus “Pueden producirse consecuencias muy adversas si el mundo, como ahora parece probable, depende cada vez más del carbón para obtener energía”. Por sentido común, uno supondría que las frases fueron emitidas con décadas de distancia, la primera en el siglo XX y la segunda en el siglo XXI, época en que el Cambio Climático y la urgencia de descarbonización se han tomado el debate. Pero, lamentablemente, las frases fueron dichas a la inversa: mientras la advertencia sobre las consecuencias de la quema de carbón se publicaba en el New York Times en 1977, el llamado a que el carbón fuese el “futuro” de la Patagonia chilena fue realizado a fines del 2010, mientras el Gobierno impulsaba la extracción de millones de toneladas de carbón en Isla Riesco.

Esta isla, enclavada en medio de la Patagonia austral, es la cuarta más grande de Chile. La cubren bosques, turberas, lagos y valles, además de agro-ecosistemas dedicados a la crianza tradicional de ganado. En Isla Riesco habitan más de 100 especies de aves y mamíferos como el puma, el zorro y el amenazado huemul. Además está rodeada de mares interiores con especies emblemáticas como la ballena jorobada y el endémico delfín chileno. Por todo esto, más de la mitad de Isla Riesco pertenece al Parque Nacional Kawésqar y en sus riveras se encuentran las Áreas Marinas Protegidas Francisco Coloane y Kawésqar.

Bajo toda esta vida se encuentra su peor amenaza: una de las reservas de carbón más grandes de Chile, cuestión que a ojos del Estado parece ser un buen negocio, sin importar sus consecuencias socio-ambientales. El 2007, los consorcios Copec y Ultramar, de los grupos Angelini y Von Appen, se adjudicaron los yacimientos de carbón en Isla Riesco licitados por el Gobierno. El objetivo es explotar cinco minas para extraer 240 millones de toneladas de carbón y así abastecer a termoeléctricas internacionales y nacionales. Mina Invierno, el primer yacimiento, es la mina de carbón a cielo abierto más grande de la historia de Chile y busca explotar 72 millones de toneladas de carbón.

Precisamente este era el proyecto que respaldaba el historiador Mateo Martinic el año 2010 cuando afirmó que el carbón era el “futuro” de Magallanes, al mismo tiempo que el Gobierno anunciaba una estrategia regional de desarrollo que tenía como uno de sus ejes principales la explotación de carbón. Así, a pesar de todo el conocimiento sobre los daños a la salud y el ambiente que esta industria genera a nivel local y mundial –cuestión que venía siendo advertida desde el siglo pasado–, el 2011 el Gobierno decidió poner a disposición del mercado millones de toneladas de este mineral, aprobando el desarrollo de Mina Invierno.

Con esta decisión Magallanes se convirtió en la principal explotadora de carbón de Chile, con un 95% de la producción nacional. Mientras se talaban cientos de hectáreas de bosque nativo y se contaminaban chorrillos, la costa y el mar de Isla Riesco para extraerlo, desde Patagonia se exportaban millones de toneladas de carbón para quemarlo en termoelécricas del extranjero y de las zonas de sacrificio del país, como Huasco, Quintero y Puchuncaví, donde la quema de este carbón ha generado graves daños en la salud de la población, ecosistemas y en las economías locales. De hecho, –según un estudio de la Universidad Católica de Valparaíso- al menos 17 derechos de niñas y niños de Quintero y Puchuncaví son vulnerados por dicha contaminación.

Al poco andar, Mina Invierno decidió incorporar explosivos en sus faenas mineras para extraer más carbón a menor costo y así hacer rentable su negocio, pues de otra forma no lo sería. Así comenzaron años de proyectos rechazados por no contener información suficiente para descartar los impactos del uso de explosivos en el entorno, una serie de reclamaciones ante el Servicio de Evaluación Ambiental y recursos ante tribunales. El último intento de aprobación fue acompañado de un espaldarazo desvergonzado del Gobierno, que incorporó el proyecto de uso de explosivos en la Oficina de Gestión de Proyectos Sustentables, para agilizar su aprobación, y que afirmó, a través de su Subsecretario de Minería, que llegarían a la Corte Suprema para defender el proyecto. Mientras tanto, Mina Invierno declaraba que a pesar del plan de descarbonización en que Chile está empeñado “confiaban en seguir operando hasta después del 2040” (fecha en que se estableció que las termoeléctricas debiesen dejar de operar en Chile), y el representante regional de la CPC llamaba a “reconvertir la matriz energética local hacia la energía térmica a base de carbón”, en contraposición a los esfuerzos por descarbonizar Chile y el mundo.

A pesar del apoyo explícito a la industria del carbón desde el Gobierno y sectores del empresariado, como ciudadanía hemos logrado detener esta cadena de daños socio-ambientales y contaminación. Actualmente –luego de que la Comisión Regional de Evaluación Ambiental rechazara el proyecto sobre el uso de tronaduras y los Tribunales Ambientales lo confirmaran-, Mina Invierno se encuentra paralizada a la espera de la resolución que tome la Corte Suprema ante su reclamación, que insiste en obtener permisos para seguir explotando carbón a través del uso de explosivos. El 10 de agosto, el caso en la corte se reactivó cuando ingresamos un nuevo informe, emitido por la ex Jefa de la División de Sanción y Cumplimiento de la Superintendencia del Medio Ambiente, que ratifica los argumentos para mantener el rechazo. Hoy estamos a la espera de la sentencia.

Que el Gobierno haya aprobado Mina Invierno, con pleno conocimiento de los daños que el carbón genera tanto en su extracción como en su quema, fue –a lo menos– irresponsable. Seguir defendiéndola, a pesar de estar implementando un plan de descarbonización, es absolutamente incoherente, sobre todo contemplando que Chile es el segundo país del mundo, y el primero en Latinoamérica, en el ranking de países más atractivos como mercados emergentes para la inversión en energías renovables, según el último informe de ClimateScope.

Es de esperar que en el futuro los Gobiernos tomen decisiones que nos hagan avanzar decididamente hacia una economía descarbonizada sin tener que recurrir a la justicia para lograrlo. Por ahora, desde la ciudadanía empujamos los cambios necesarios para enfrentar la crisis climática, y nos encontramos a un solo paso de terminar con la minería de carbón, poniéndole punto final a una de las contradicciones más evidentes de Chile frente a la urgencia de la descarbonización y avanzando hacia una Patagonia que se desarrolle gracias a su Patrimonio natural y no a costa de este.