Opinión: Un minuto con Violeta Parra

Opinión: Un minuto con Violeta Parra

05 Octubre 2013
Lo recuerdo ahora porque me parece que hubiese sido ayer el instante en que el destino nos cruzó en el camino y la música nos conectó hacia un mismo objetivo.
Hugo Pérez White >
authenticated user Corresponsal

A Violeta Parra, la destacada folclorista nacional, la conocí en una tarde llena de música y en un ambiente folclórico que a ella le gustaba y que apoyaba con su presencia.

Ya era famosa por sus canciones que eran interpretadas por todos los aficionados y profesionales del folclore.

Ese día teníamos programado con los alumnos, profesores y apoderados un concierto coral del conjunto de la escuela consolidada de experimentación de Puente Alto en el gimnasio del establecimiento que estaba próximo a iniciar una extensa gira por la zona norte del país.

El programa consistía en dos partes, una exclusiva del coro de alumnos  y una segunda parte con la actuación del conjunto folclórico de enseñanza media dirigido por la profesora de educación física e integrante de destacados  conjuntos folclóricos de  connotada trayectoria musical.

Grande fue mi sorpresa cuando me informaron que estaban en la primera fila del salón dos famosas mujeres del ambiente musical chileno las cuales se pusieron de pie para aplaudir y felicitarnos por las interpretaciones de los jóvenes coralistas.

Eran las  distinguidas intérpretes  de temas folclóricos que hasta el día de hoy son tocados en radios de todo el mundo.

Estas dos mujeres eran nada más y nada menos que la distinguida Violeta Parra y su hermana Hilda que con su presencia le dieron prestancia al espectáculo ya que viajaron exclusivamente desde la capital hasta Puente Alto sin más incentivo que el de apoyar la labor de su amiga folclorista con el conjunto escolar que ese  día actuaba y que tan eficientemente dirigía el conjunto .

Aparte de los abrazos que se dan en estas ocasiones cuando se quiere estimular públicamente a las personas y destacar su acción con la comunidad, intercambiamos algunos minutos de conversación y con la sencillez que la caracterizaba me ofreció gentilmente su ayuda musical en lo que estimara conveniente.

No la volví a ver nunca más porque  al poco tiempo después fuimos sorprendidos por la triste noticia de su trágica determinación que  le costó la vida dejando un legado incalculable de canciones que perdurarán en el tiempo.

Lo recuerdo ahora porque me parece que hubiese sido ayer el instante en que el destino nos cruzó en el camino y la música nos conectó hacia un mismo objetivo.

Sus datos biográficos son extraordinariamente gráficos al resaltar sus dotes musicales genéticamente heredados de su padre que era profesor de música y de su madre una mujer campesina que era guitarrera y cantora.

La música fluía como cascada sobre su espíritu y a los nueve años de edad se iniciaba en la guitara y el canto y a los doce años compuso sus primeras canciones justo cuando ingresaba a la escuela normal de Santiago donde obtuvo su formación de profesora, calidad pedagógica que le sirvió para entregar didácticamente canciones de la vida y costumbres de la gente del campo y de los juegos e ilusiones de los niños de su ciudad natal de San Carlos, tierra chillaneja, que ha ofrecido al mundo grandes artistas, intérpretes musicales y poetas que nos han dado prestigio a nivel internacional.

Como no recordar entonces tan emotivo encuentro musical y guardar en mis recuerdos el abrazo sincero de una mujer que llevaba la música en el alma y que dio tantas satisfacciones a los cultores del folclore nacional.