Trabajadoras de la confección: entre la informalidad y los abusos

Trabajadoras de la confección: entre la informalidad y los abusos

04 Agosto 2012
Las mujeres trabajadoras en el ámbito textil, tienen una larga historia de lucha para detener los abusos a los cuales son expuestas en sus fuentes laborales. Por Erika Montecinos, Comunicaciones
Fundación Alquimia >
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Las mujeres trabajadoras en el ámbito textil, tienen una larga historia de lucha para detener los abusos a los cuales son expuestas en sus fuentes laborales. No hay que olvidar que la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, surgió desde un hecho trágico como la muerte de 130 trabajadoras de una fábrica textil en huelga que protestaban por sus derechos laborales.

Los derechos siguen siendo abusados, a aquellas que trabajan en el popular barrio Patronato, a las que trabajan en fábricas y a aquellas del denominado trabajo a domicilio.

Una de las agrupaciones que trabaja en esta área, es la Contextil que agrupa a 15 sindicatos en la Región Metropolitana, uno en Arica y otro en Concepción. El 75 % de sus trabajadores afiliados, son mujeres. Patricia Coñomán, histórica dirigente de esta confederación desde 1984, relata que casi ya no existe la empresa con niveles altos de producción que contrataban directamente a las trabajadoras. Estas empresas comenzaron a cerrar por la apertura económica que llevó a exportar prendas desde otros países. Así aparecieron las empresas subcontratistas que hacen trabajos por pieza y que se distribuyen físicamente en las poblaciones. En este rubro, las trabajadoras no se conocen entre si y Coñomán cuenta que estos subcontratistas mandan a hacer el trabajo a mujeres que lo realizan en sus casas, abaratando costos, no pagando luz, agua ni gastos de local, porque todo lo externalizan y lo dejan en manos de las costureras, donde al final toda la familia termina pegando cierres o cociendo camisas.

“Como se trabaja a trato, la trabajadora no parte del sueldo mínimo, tiene que llegar al sueldo mínimo. La mayoría sólo gana por el valor de la prenda que se paga por pieza, $300 pesos pegar un botón o hacer una basta. Además, el trabajo a domicilio tampoco tiene horario y se ahorran la indemnización por años de servicio, vendiéndoles máquinas a las trabajadoras en parte de pago. El lenguaje gubernamental las llama “emprendedoras” o “microempresarias””, precisa.

Queda claro entonces que en el trabajo a domicilio, reina la informalidad, ya que no existen contratos ni seguridad social. Evelyn Valdés de la Organización reivindicativa de la Mujer Trabajadora PAC "Laq-Pilpintú" comuna de Pedro Aguirre Cerda, cuenta que pese a esto, hay poca conciencia y cultura de organización entre las trabajadoras a domicilio, aparte de total desconocimiento de sus derechos. “Nosotras, las costureras, llevamos una carga cultural muy grande, somos la mano de obra barata de la industria textil. Por eso, queremos conformar una red de talleres donde las trabajadoras primero se valoren ellas mismas en lo que hacen y a partir de eso, comiencen a interesarse por sus derechos, a exigir aumento de salario y formalización de sus trabajos con contratos y seguridad social”, indica. Coñomán afirma que la industria textil, como se la conoció, tenderá a desaparecer por completo ante el cierre de las grandes fábricas. Aunque aclara que el trabajo a domicilio, goza de muy buena salud gracias a los costos bajos que implica para los subcontratistas.

“Es un buen negocio para las Pequeña y Mediana Empresa”, puntualiza Patricia, quien además nos cuenta del proyecto que presentó la Contextil al Fondo de Derechos Laborales de Fondo Alquimia y que fue seleccionado para su ejecución. “Queremos ir hasta las mismas trabajadoras e informarles sobre sus derechos, motivarlas a que se organicen y exijan mejor trato laboral, es una tarea que haremos casa por casa”, concluye.