Violencia contra las mujeres: La voz de Antonia que también es la mía

Violencia contra las mujeres: La voz de Antonia que también es la mía

04 Agosto 2020

"Perdoné por amor, por compasión a sus lágrimas a sus promesas de mejorar, pero perdoné y callé sobre todo por miedo ante sus amenazas y creer como él decía que nadie me creería."

Camila Orellana >
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Muchos somos los que estamos pendientes del caso Antonia Barra, en pos de pedir justicia para ella que a los 21 años se quitó la vida tras ser violada el año 2019. Un caso tan doloroso, mediático y tristemente común en nuestro país que nos ha abierto heridas propias a varios. 

A las 9:00 horas del martes 21 de Julio comenzó la audiencia de formalización de Martín Pradenas, imputado por dos violaciones y cuatro abusos sexuales cometidos contra cinco víctimas, entre ellas Antonia Barra. Quedó en prisión preventiva, transmisión que fue seguida por todo Chile. 

Conectarse a este juicio para mí fue un pasaje directo a la rabia, escuchar el machismo del abogado defensor, los cuestionamientos a las víctimas sobre sus conductas y ver que en mi país la justicia para las mujeres importa tan poco frente a otros delitos. La violación ha sido tan normalizada durante años, la violencia hacia la mujer en el pololeo o en el matrimonio ha sido algo tan aceptado que recién algunos estamos abriendo los ojos. 

Leo las redes sociales y me estremezco viendo cómo este caso lleva a muchos a conectarse con sus lugares de abuso más secretos, de dolor, lo que les ha dado fuerza para contar sus propias historias. Las llamadas “funas” aparecen día a día y con más fuerza contando estos hechos tan guardados de algunos valientes que incluso han sido cuestionados por el momento en el que han decidido hablar. Personalmente no me parece extraño en Chile en promedio una víctima se demora 10 años en denunciar, es un proceso con el que me puedo relacionar, durante una década pensé que si no hablaba de mis propios dolores podía hacer como que simplemente no habían existido y no tendría que enfrentarme al cuestionamiento público pero las heridas se abren cada vez que alguien pasa por hechos de abusos. 

Tenía 18 años cuando tuve mi primer pololo, un chico encantador, un par de años mayor todo lo que puedes esperar para un primer amor, en ese entonces compañero de universidad, para todos simpático, buen alumno, caballero… pero con el tiempo manipulador, con problemas de manejo y control de la ira, muy violento. 

Durante 2 años me sumergí en la relación más tóxica de mi vida, sin darme cuenta perdí mi voluntad, él decidía todo por mí, desde cómo debía vestirme, el largo de mi pelo, que no debía fumar ni menos beber, hasta a quiénes debía hablar. Si yo no hacía lo que él quería o lo cuestionaba, los castigos iban desde maltrato psicológico, golpes de puño, hasta encerrarme en su casa o por el contrario sacarme de ella a empujones a cualquier hora de la madrugada. Perdoné por amor, por compasión a sus lágrimas a sus promesas de mejorar, pero perdoné y callé sobre todo por miedo ante sus amenazas y creer como él decía que nadie me creería. 

Con 20 años me vi queriendo quitarme la vida porque no encontraba otra solución, no había salida, me habían hecho creer que todo lo que pasaba era mi culpa, esa fue la alerta que me salvó la vida, armé una maleta y escapé, dejando todo atrás, carrera, amigos, cambié de ciudad, cambié de vida. Recién 3 años después de mi partida dejé de recibir sus mails pidiéndome perdón o sus llamadas enojado porque no le respondía los anteriores correos.

A mí me mataron en vida pero sobreviví, gracias a mis amigos y familia. Incluso volví a amar. Esta suerte que no tienen muchas, no la tuvo Antonia, no alcanzó a saber que no era su culpa, no alcanzó a saber que no estaba sola, es por eso que hoy mi voz es su voz porque nos han dicho que estamos locas, que es nuestra culpa, que nos merecemos lo que nos pasa pero nuestra venganza es estar juntas y más unidas que nunca porque no volverán a tener la comodidad de nuestro silencio.