Editorial Mi Voz: ¿Quién mide el impacto de los medios y las redes sociales en la sociedad?

Editorial Mi Voz: ¿Quién mide el impacto de los medios y las redes sociales en la sociedad?

23 Febrero 2021

La idea de éxito de un medio de comunicación basado sólo en el rating, es ciertamente la peor noticia respecto de los efectos que genera esta industria en nuestras sociedades.

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La industria de los medios de comunicación mide fundamentalmente su éxito en 2 variables: Por una parte, la subsistencia vía rentabilidad económica (cuestión que como sabemos vive su crisis más grande en la historia reciente); y por otra, el tamaño de las audiencias que capta (vale decir rating, vistas, reproducciones, entre otros indicadores).

Pero esta idea de noción de éxito -totalmente enraizada y normalizada en la industria de los medios de comunicación-, tiene una tenaz miopía, pues no pone al centro ni se hace cargo del impacto social que se genera. Prueba de lo anterior, invitamos a hacer memoria de cuál fue el último informe, indicador o premio que usted haya visto en torno al impacto de los medios y las redes sociales en la sociedad. Seguramente ha visto muy pocos o ninguno…

Sin duda, paradojal, ya que estamos hablando de una industria cuyo ADN es precisamente es impactar e incidir en la sociedad.

Ahora bien, por más acostumbrados que estemos a las ideas de nociones de éxitos, éstas son delicadas si no se examinan con detención. Permítenos hacer algunas caricaturas, quizás extremas para el caso:

  • ¿Quién podría decir que la industria tabacalera no es un éxito económico? Sin embargo, su impacto es nefasto en la salud de la población.
  • ¿Quién podría decir que la industria de la droga no es un éxito económico impresionante? No obstante, su impacto es dramático en las sociedades.
  • ¿Quién podría decir que las redes sociales no tienen un éxito económico, de rating, alcance o participación? Pero, ¿quién ha medido su impacto positivo o negativo en la sociedad?

Los impactos explícitos y tácitos

Por sentido común, podemos percatararnos y significar algunos de los impactos de los medios o las redes sociales. Por ejemplo, los golpes noticiosos que generan la caída de una autoridad o la desaprobación de consumo de una marca y su posterior caída en la bolsa. O una funa, quizás un video viral, que recorre los WhatsApp de miles o millones con consecuencias inminentes para sus protagonistas.

Pero mucho más interesante es reflexionar en torno a los impactos tácitos de los medios de comunicación y las redes sociales. Veámos:

  • ¿Qué impacto tendrá en la sociedad (percepción de la realidad y estados de ánimo) si un noticiero o medio digital que sistemáticamente abunda en noticias de corte policial y tragedias?
  • ¿Qué impacto tendrá un medio que presenta en sus contenidos mayoritariamente rostros y voces masculinas en desmedro de las femeninas?
  • Tanto más evidente, ¿qué impacto y consencuencia tendrá para la sociedad cuando un algorísmo de redes sociales nos junta con similares (fenómeno de burbuja) y nos propone para consumir a su vez con quienes tenemos evidentes diferencias (fenómeno de polarización)?

El punto es cómo los medios y las redes sociales, no sólo describen, sino que crean realidad. Por esto, resulta crucial la pregunta sobre qué realidad e impacto están generando. Y no sólo eso, hacer del impacto un indicador legítimo y necesario para valorar el rol de esta industria y cada uno de sus actores en la sociedad.

La ciudadanía y los auspiciantes tienen que optar y exigir responsabilidad del impacto generado

Así como la ciudadanía progresivamente va eligiendo las marcas que generan mejores impactos en nuestras sociedades, los auspiciantes de los medios de comunicación y las redes sociales también tendrán que optar.

¿Entre qué? Medios y redes sociales que sólo ponen en la mesa el rating y su número de audiencia; o medios que hacen lo anterior, haciéndose responsable de su impacto, mediante alguna metodología que permita evidenciar los efectos positivos o negativos de lo que hacen día a día.

¿Por qué? Porque de esta manera estaremos edificando una perspectiva consciente y responsable, con una noción de éxito coherente con los tiempos que vivimos y los desafíos que tenemos por delante para nuestro país y el planeta.

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La industria de los medios de comunicación mide fundamentalmente su éxito en dos variables: La subsistencia y rentabilidad económica, por una parte (cuestión que como sabemos vive su crisis más grande en la historia reciente), y por otro, en función del tamaño de las audiencias que capta, vale decir; rating, vistas, reproducciones, entre otros indicadores.

 

Pero esta idea de noción de éxito - totalmente enraizada y normalizada en la industria de los medios de comunicación-, tiene una tenaz miopía, pues no pone al centro ni se hace cargo del impacto social que se genera. Prueba de los anterior, le invitamos hacer memoria de cuál fue el último informe, indicador o premio que usted haya visto en torno al impacto de los medios y las redes sociales en la sociedad. Seguramente ha visto muy pocos o ninguno….

 

Paradojal, sin dudas, ya que estamos hablando de una industria cuyo ADN es precisamente es impactar e incidir en la sociedad.

 

Ahora bien, las ideas de nociones de éxitos, por más acostumbrada que estemos a ellas, son delicadas sino no se examinan con detención. Permítanos hacer algunas caricaturas, quizás extremas para el caso:

 

¿Quién podría decir que la industria tabacalera no es un éxito económico?, sin embargo, su impacto es nefasto en la salud de la población. Ó, ¿Quién podría decir que la industria de la droga no es un éxito económico impresionante?, y su impacto es dramático en las sociedades. ¿Quién podría decir que las redes sociales no tienen un éxito económico, de rating, alcance o participación? ¿Pero quién ha medido su impacto positivo o negativo en la sociedad?

 

Los impactos explícitos y tácitos

 

Por sentido común podemos percatararnos y significar algunos de los impactos de los medios o las redes sociales. Por ejemplo los golpes noticiosos que generan la caída de una autoridad o la desaprobación de consumo de una marca y su posterior caída en la bolsa.  O una funa, quizás un video viral, que recorre los WhatsApp de miles o millones con consecuencias inminentes para sus protagonistas.

 

Pero mucho más interesantes es reflexionar en torno a los impactos tácitos de los medios de comunicación y las redes sociales. Veámos, ¿qué impacto tendrá en la sociedad (percepción de la realidad y estados de ánimo) si un noticiero o medio digital que sistemáticamente abunda en noticias de corte policial y las tragedias. O un medio que mayoritariamente presenta rostros y voces masculinas en desmedro de las femeninas en sus contenidos, ¿cuál será su impacto?.

Tanto más evidente, ¿qué impacto y consencuencia tendrá para la sociedad, cuando un algorísmo de redes sociales nos junta con similares (fenómeno burbuja) y nos propone para consumir a su vez, con quienes tenemos evidentes diferencias (fenómeno de la polarización).?

 

El punto es que como los medios y las redes sociales, no sólo describen sino crean que realidad, resulta crucial la pregunta de que realidad e impacto están generando. Y no sólo eso, hacer del impacto un indicador legítimo y necesario para valorar el rol de esta industria y cada uno de sus actores en la sociedad.

 

La ciudanía y los auspiciantes tienen que optar y exigir responsabilidad del impacto generado.

 

Así como la ciudadanía progresivamente va eligiendo las marcas y servicios que generen mejores impactos en nuestras sociedades, los auspiciantes de los medios de comunicación y las redes sociales, tendrán que optar. ¿Entre qué? Medios y redes sociales que sólo ponen en la mesa el rating y su número de audiencia; o medios que hacen lo anterior, explicitando y haciéndose responsable de su impacto mediante alguna metodología que permita evidenciar los efectos positivos o negativos de lo que hacen día a día.


De esta manera, estaremos edificando una perspectiva consciente, responsable y una noción de éxito coherente con los tiempos que vivimos y los desafíos que tenemos por delante para nuestro país y el planeta.