La democracia es el sistema de gobierno mejor dotado para hacer frente a esta nueva realidad, por lo que la depreciada y subvalorada participación, como hacer esfuerzos por una deliberación efectiva, serán desafíos que se deberán enfrentar con urgencia y determinación.
De la determinación de los especialistas en Pandemia al mandato de los demonios en Pandemónium, no habrá mucho trecho, si la sociedad no acuerda un camino llano y respaldado para hacer frente al desempleo, pobreza y desigualdad. Una vez levantado el velo de cuarentenas y restricciones, la realidad se expresará con nitidez y mucha crudeza.
La democracia es el sistema de gobierno mejor dotado para hacer frente a esta nueva realidad, por lo que la depreciada y subvalorada participación, como hacer esfuerzos por una deliberación efectiva, serán desafíos que se deberán enfrentar con urgencia y determinación; contribuirá la necesidad de evaluar y dar cuenta de las autoridades elegidas. La despolitización de la sociedad y la política venida a menos, faranduleada y hegemonizada por una minoría, tiene que dar paso a un sistema ampliamente validado y respaldado. Presidentes y parlamentarias electos con la mitad del padrón participando y en los hechos gobernando con una precario respaldo, ya no sirve.
Chile, por su geografía, nunca debió haber suprimido los trenes de pasajeros y carga. El poder de los camioneros es tal, que han ejercicio presión para limitar el cabotaje marítimo interno y han influido en la eliminación del tren, para constituirse en un poder factico, que todos desde el mundo político han contribuido a insuflar. Lagos en un arrebato, gastando miles de millones de dólares, solo alcanzó a remodelar estaciones de trenes que hoy nos recuerdan, con su fantasmagórica presencia, el despilfarro de recursos públicos y la obsecuencia de la política a los grupos de presión. Si para conseguir un objetivo político basta cruzar camiones en la carretera y a esperar la solución, estamos supeditados al poder de los tractos y de unos pocos, discretos pero poderosos, dirigentes dueños de camiones.
Se aprovechan de una debilidad y por años indefinición política para con el Pueblo Mapuche y nadie les pasa la cuenta por el costo del negocio que gestionan con más externalidades que beneficios sociales. Como va a ser posible que estando en estado de excepción, con todas las restricciones que las personas tenemos para trabajar y desplazarnos, ellos se tomen las carreteras; el gobierno los respalda y dispone para su tranquilidad, un paquete de medidas para tranquilizarlos y así depongan el bloqueo.
No contar con un consistente sistema político, nos llevará a estar supeditados al ruido y griterío de un pandemónium. Que este juego de sintaxis no se nos transforme en realidad, las crisis visibilizan grandes problemas y que no sea un cliché, grandes oportunidades; para no seguir con la chapa de país en desarrollo, algo así como, siga participando.
La sociedad desarticulada y los grupos de presión haciendo de las suyas; es exactamente lo contrario lo que requerimos para construir una sociedad viable. Que Satán y sus acólitos sigan esperando, como no depender de rezos y milagros, es responsabilidad nuestra y del sistema político. Implicarnos, cada cual en lo suyo y desde su realidad, es el camino.
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