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El llamado “pituto” ha sido fuertemente criticado en el último tiempo, es más, hay algunos sectores y partidos políticos que han levantado con fuerza esta bandera de lucha; el problema es, que los mismos que piden un Estado más eficiente, son los primeros en instalar a sus operadores políticos en las distintas reparticiones regionales cuando cambian de gobierno. Mucho humo, poco ejemplo. Mejor, demos una discusión seria.

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El principal problema del nepotismo, no es su existencia en la administración estatal. En el sector privado es común ver como desde un mesero hasta un estudiante en práctica puede ser contratado mediante la vía del “amiguismo”. Entonces, ¿Cuál es el inconveniente práctico?

Primero, tenemos un Estado con baja eficiencia, que se ha modernizado, pero no al ritmo deseado y con personal que puede llegar a ser poco productivo. El clásico café entrando a la oficina o la sacada de vuelta (que son los casos mínimos pero que de igual manera existen), es muy raro que queden sin sanción en una empresa. Por otro lado, la excesiva burocracia y la lenta gestión, son los principales tumores que se deben comenzar a extirpar.

En tercer lugar, está la falta de oportunidades. Nadie niega que existen cargos de confianza que se deben mantener, pero lo que está ocurriendo, es que profesionales calificados no están teniendo la oportunidad de ser contratados en algunos puestos, debido a que no militan o no cuentan con la venia de algún jefe de servicio, lo que ocasiona cesantía, frustración e ineficiencia. Los concursos públicos, de concurso, tienen muy poco.

Como militante de un partido político, creo que las cosas pueden cambiar. Una salida que veo a este panorama, es la instalación de una Escuela de Administración del Estado en nuestro país. Nadie puede optar a un cargo público si no pasa por esta escuela. En Francia existe algo similar, el problema del país galo, es que esa institución privilegia a una elite, generando también un problema de oportunidades.

En Chile y en la región más pobre del territorio, necesitamos profesionales que generen un aumento en la calidad del capital humano en municipalidades y servicios del Estado. Es difícil, sí, será un proceso a largo plazo, claramente, pero los tiempos han cambiado y la sociedad también. El Estado no puede quedarse en el pasado.