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Educación de calidad para todos y todas, ¿eso incluye accesos a recursos a quienes eligen educar de manera no convencional? Si observamos en nuestro país tenemos varias propuestas educativas, algunas reconocidas por la UNESCO como escuelas para la paz y aun así no invertimos recursos para apoyar esas iniciativas. ¿Qué estamos esperando?

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Tenemos otras alternativas no formales e informales que se implementan desde hace años y cada día toman más fuerza a lo largo del país, colegios online, escuelas libres y felices, padres educando en casa (Homeschooling) entre muchos otras, todos con apuestas y enfoques diferentes, autofinanciados y con su propio sello, apuestas únicas, que un sistema formal no ofrece ni podrá abarcar.

Algunas propuestas integran enseñar en la naturaleza, generar aprendizajes vivenciales y significativos, actividades que incluyan a la familia como su principal educador, lo que impacta no solo en el niño sino que en la sociedad porque genera conexión con su comunidad.

Hoy en día se ve aún más esa necesidad de conexión, de un trato respetuoso, en estos espacios encontramos diversidad, niños superdotados, niños que tienen asperger, PAS o TEA, entre otros, niños que tienen una capacidad única, rica, diferente, lista para dejarse ver si sabemos acompañarles desde el respeto e inclusión, sin necesidad de etiquetar.

Es el profe o padre guía quien debe conocer las herramientas como gestor de su educación, acomodando aprendizajes para que pueda intégralos. Estos espacios se crean para brindar alternativas, ya que muchas familias vienen de un sistema formal, otras eligieron desde el comienzo este maravilloso camino, encontrando en lo alternativo la opción que más les beneficiaba como familia. Otras no encontraron y crearon. Así de valientes son nuestras familias, algunas propuestas nacen también desde los mismos educadores que ven que se hace urgente una transformación en esta materia.

 ¿Qué nos aportan estos espacios?

Nos aportan un lugar seguro a quienes no encajan, no todos funcionamos en espacios estructurados y quizás sí en espacios más libres, a quienes necesitan otras opciones por estilo o forma de vida, a quienes elegimos desertar porque lo formal no era para nosotros.

Nos abre las puertas a ser activos y participativos. Nos abre la mente a que no existe solo una forma de educar. A utilizar otras pedagogías y formas, y sobre todo que los padres unidos logran grandes cosas aun sin apoyo sin becas y sin pase escolar.

Nos invita a replantear la forma y fondo de la educación para nuestros niños. Educar de otra manera es posible.

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