El senado la semana pasada ratificó un convenio con Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV 91), acuerdo que según sus detractores no les permitirán a los campesinos guardar sus semillas, por lo que deberán comprarlas anualmente. Además le permite a empresa norteamericana Monsanto comprar distintas variedades de semillas a las empresas de Chile, para que las intervenirlas genéticamente y así posteriormente venderle a los agricultores chilenos un semilla que entregará mejores frutos a punta de manipulación y químicos.

Durante estos últimos días el representante de Chile sin Transgénicos con el listado de variedades agrícolas protegidas en mano denunció que más de 700 semillas inscritas de la quinoa es de propiedad de Erick Von Baer, padre de la actual ministra Ena Von Baer. Pero además la empresa “Semillas Baer” es el flamante dueña de casi una veintena de variedades registradas y distintos tipos de trigos.

Sin duda la venta de estas semillas le traerán cuantiosas ganancias a la familia de la ministra, quién verá aumentada sus arcas a costa de la introducción de semillas transgénicas a nuestro país.

Me pregunto si la cazuela chilena tendrá el mismo sabor con ingredientes intervenidos genéticamente…